martes, 30 de diciembre de 2003

Off-line



Cuatro días de desconexión vienen muy bien. Olvidar por un tiempo tu ciudad, tu mundo, tu trabajo, y hacerlo a conciencia se agradece. Y encontrarte con tu gente de toda la vida, la que sabes que siempre estará ahí, es reconfortante.
Si además la desconexión eres capaz de extenderla al mundo virtual en que durante muchas horas nos movemos, mejor que mejor. Sin correo, sin webs, sin blogs, sin ordenadores que interfieran tu ritmo.

Además, Madrid me ha parecido que estaba precioso. Es posible que fuera mi predisposición, pero incluso he llevado de buena gana las aglomeraciones casi inhumanas y los atascos infinitos. Y Madrid ya no es Madrid. Me fascina pasear por la calle Fuencarral saboreando decenas de idiomas, de acentos diferentes, de colores. Por mí que vengan miles, millones de ellos. Quiero perder nuestra identidad, o al menos mezclarla con la de otros, con la de cientos. La única Ley de Extranjería se la aplicaría a algún bigotillo que nos gobierna, para que se vaya a hacer guerras al fin del mundo.

En una casa que antes era la mía, ahora completamente vacía, excepto una cama, que al fin y al cabo es de donde venimos y donde terminaremos. Y una ciudad que durante mucho tiempo fue mía.

Pero está la vuelta a la realidad. A 300 y pico correos de los cuales el 70 por ciento son basura, al ordenador rigiendo nuestro ritmo, al horario de trabajo, a la rutina diaria. Al menos, también es una vuelta a Ella.

Y por cierto, repasando un poco esta bitácora, encuentro que he superado la primera criba del concurso Blogidol. Sorprendente. Gracias a los que lo habéis hecho, y el aspirante número 46 sigue adelante. Así que si queréis seguir haciendo clic, ya sabéis...


Suena la corriente: "The Essential" - Bruce Springsteen