Hace once años, mientras deambulaba por diversos antrillos valencianos (emborrachando la noche de un currito desplazado a una ciudad en la que no conocía ni a dios), una cancioncilla ("Happy birthday to me") me enganchó de manera punzante. Cayó el vinilo de marras, con una portada con lata de sardinas en aceite a medio abrir que ya anunciaba la pringosa receta de guitarras que incluía. Era el primer disco de Cracker, la banda recién formada por David Lowery, antiguo vocalista de Camper Van Beethoven, grupo cercano a un batiburrillo folk-rock-punk que ya me había acompañado en más de una correría.
Desde entonces, les he seguido pasito a pasito, disco a disco, preguntándome si alguna vez conocería a alguien con quien poder discutir sobre sus virtudes. En Septiembre del año pasado, descubrí que no era yo el único extraterrestre que disfrutaba con ese rock de ondas raíces y regusto amargo. El Azkena Rock no sólo me lo descubrió a mí, sino que les hizo saber a los propios Cracker que por esta zona tenían una buena legión de seres que se sabían la mayoría de sus canciones (alucinaron). Así que decidieron regalarnos cuatro meses y pico después una segunda visita algo más extensa.
En estos casos, la objetividad es algo que me alegro mucho de dejar a un lado. Yo ya iba ganado de antemano, y el disfrute que me produjo saborearles de manera más cercana fue delicioso. Poco me importó (bueno, algo sí) que no estuviera la bajista habitual Brandy Wood ni que se comentara por la sala que Lowery se había tenido que meter un chute de cortisona para arreglar una maltrecha garganta. Ahí sí estaban John Hickman y el enorme Kenny Margolis con sus teclados y acordeón. El concierto fue intenso, mágico, fibroso.
No era una gira al uso presentando sus nuevos discos, el homenaje a la música campera de su país "Countrysides", y el entrañable divertimento "O Cracker where art thou" (homenaje sin encubrir a la película de los hermanos Coen), versiones bluegrass de sus (poco conocidos pero magníficos) éxitos, grabado junto a los majaras Leftover Salmon. No, era más bien una primera cita a solas con la gente que les hemos seguido hace tiempo.
Por eso, el hecho de que Fernando Martín (ex cantante de los llorados Desperados) les nominara en su crítica de El País como grupo de segunda fila no me importó lo más mínimo. A ver, que me describan quienes son los primeras filas, que yo me borro.
Y por cierto, el hecho de que David Lowery actuara en una película de 1998 llamada "River Red" no tiene nada que ver con mi adoración por él. ¿O sí?
Suena la corriente: "O Cracker Where Art Thou" - Cracker