Han existido periodos en mi vida en los que, según los convencionalismos sociales, he estado muy solo. Ciudades extrañas en las que yo también me sentía un tanto extraño. Pero claro, esa soledad, como digo, era según los demás.
Yo no estaba solo. Tenía mis discos, mis libros, mis revistas, mis tebeos y mis "yos". Porque aquí donde me leen, no soy uno, sino bastantes más. Personalidad múltiple, esquizofrenia, psicopatía, lo que me digan, pero yo no soy solo uno. Y poco a poco nos hemos ido conociendo, entendiendo, llevándonos mejor o peor, conviviendo (para que luego me digan que convivir es difícil). Cuántos soy es difícil de decir, creo que alguno no está muy bien definido, o todavía no se atreve a manifestarse. Pero diré que rozo la docena. Cada uno tiene sus gustos particulares, su carácter, su humor, sus fobias, sus filias (aún estoy por descubrir si alguno de mis "yos" tiene a su vez diversas personalidades, lo que haría que realmente viviéramos hacinados en mi piso).
Esto es así, nos guste (a la docena) o no. De hecho, puedo afirmar que Río Rojo es una bitácora grupal, aquí escribe cada uno cuando le da la gana, y claro, así no hay homogeneidad temática que valga.
El caso es que cuando uno de mis "yos" (creo que yo, el que estoy escribiendo ahora) conoció a Ella, se emocionó y fue hablándoles a los demás de cómo era. Y convenciéndoles. Pero llegó un día en que todos nos empeñamos en contarle nuestro secreto. Y nuestra sorpresa fue mayúscula cuando Ella se sinceró, y dijo que también era varias "Ellas". Aquello fue el acabose, qué jolgorio, qué bullicio, todo eran abrazos y saludos. Una multitud, oiga. Si hasta cerramos el garito para nosotros solos.
Desde entonces, nuestra vida (la de los casi veinte que sumamos) es divertidísima. No siempre estamos todos juntos, pero siempre existe el morbo de saber con cuál de "Ellas" estoy. Y las adoro. Por eso siempre digo que nuestra relación es como un mundo en sí misma (y si no como un mundo, como una aldea al menos, que creo tiene más encanto).
Bueno, nos vamos a la cama (aunque algún curilla nos acuse de revolucionarios sexuales, o sea, de montarnos una orgía).
P.D.: Por cierto, hoy hace 20 años de la muerte del autor de uno de los libros más maravillosos que hemos leído (en esto coincidimos todos), "Rayuela". Saludos donde estés, Julio, se te echa de menos.
Suena la corriente: "El último concierto A" - Soda Stereo