viernes, 12 de marzo de 2004

Mi dolor, nuestro dolor

Todavía resulta difícil hablar (y escribir aún más). Un día terrible con los sentimientos (negros) a flor de piel (y encima, un día perro, perro en el trabajo que ha demandado 12 horas seguidas con pocos respiros).

A estas horas de la noche, las tornas han cambiado, y oyendo la radio y navegando por la red, parece que empieza a tomar cuerpo la posibilidad de que la masacre haya sido obra de redes cercanas a Al Qaeda (es posible que por la mañana sea necesario una actualización). Pero sean unos u otros, está claro que pertenecen a la misma comunidad, la de los desalmados.

Pedía yo que supiéramos estar a la altura. Y en líneas generales, los políticos esta vez (no todos, desgraciadamente) se han comportado. Y no seré yo quien siembre las dudas sobre si este comportamiento era debido a que sabían algo más de lo que sabíamos nosotros.

Porque yo voy a respetar, como he rezado todo el día para que me respeten. Porque soy vasco, y hoy he dudado si iba a ser capaz de llevar encima el estigma de esta masacre (como cada día me duele el estigma de cada uno de los muertos de ETA). Pero no coincido en absoluto con los planteamientos del Gobierno Central, y eso me ha convertido muchas veces en sospechoso (¿sospechoso de qué?)

La indignación es mala consejera. Y hoy he leído y oído comentarios que me dolían. Pero mi dolor nada tenía que ver con el que sentían miles de personas (también me he avergonzado de mí por ello).

Para mí, un muerto es un muerto. No sé distinguir, no puedo. Un concejal de Ermua, un trabajador de Madrid, un camarero de las Torres Gemelas o un niño de Bagdad. No puedo establecer jerarquías. Y maldigo a quién sí es capaz de hacerlo.

Mi indignación la expresaré votando el domingo. No tengo dudas. Y yendo a la manifestación que se convoque. Aunque me pregunto por qué estos políticos siempre tienen que meter sus manos en el dolor. ¿Para qué necesitan lemas? ¿Para qué quieren pancartas? ¿No es suficiente con el dolor? El lema es "Con las víctimas, con la Constitución, por la derrota del terrorismo". La Constitución es la Carta Magna que rige los destinos de una comunidad. La acatas, la respetas, pero nadie te obliga a estar de acuerdo con ella. ¿Y si eres republicano? ¿Y si eres independentista? ¿Y si luchas por la abolición del ejército? ¿Y si no crees en el voto libre? ¿Y si eres franquista? ¿No te puedes manifestar entonces? La Constitución es una ley política, que hoy está, y mañana puede cambiar. Y no hablo de que yo sea constitucionalista o no. Eso no importa. Yo no importo.

Hablo de si no es suficiente expresar tu dolor.
Hablo de por qué siempre los políticos creen que pueden obligarte a que te definas. O con ellos o contra ellos.Me dan igual. Si me cruzo con alguno, trataré de que no me rocen. De que no me manchen.

Me manifestaré pensando en los que sufren un dolor inmensamente mayor de lo que yo pueda sufrir.



Suena la corriente: el más absoluto vacío