Me gustan las catedrales. No entro en cómo se construyeron, qué situaciones pudieron producirse dentro de ellas, qué significado tuvieron en su momento.
Simplemente cuando las visito, su majestuosidad me produce una inmensa sensación de paz. Los sentidos se aletargan, y entro en una especie de estado de flotación. Pasaría horas dentro de ellas. Sin hacer nada. Sin pensar. Sin reflexionar. Sin rezar. Simplemente, estando.
Hoy he podido hacer un alto en el trabajo que me ha traído aquí para visitar la de León. Y casi mando todo a tomar por saco y me quedo a vivir sentado en uno de sus bancos.
Por cierto, la opción de mandar todo a tomar por saco (excepto a Ella, claro está), me ha producido la misma sensación de paz que la catedral misma.
En fin, supongo que no lo haré, de la misma manera que no me voy a hacer monje.
¿O tal vez sí?
Suena la corriente: "Cathedral" - Crosby, Stills & Nash