Hay canciones, discos, intérpretes que son capaces de tocar la fibra sensible que cada uno tenemos (aunque la tratemos de ocultar). Yo tengo cientos, y algunos hasta olvidados. Olvidos esos que se convierten en recuerdos escalofriantes cuando un presente cualquiera los recupera.
Hay otras canciones, discos, intérpretes que siempre están ahí, cuando los necesitas, nunca terminan de irse, se agarran a ti como si en ello les fuese la vida.
Muchos días (o más bien, muchas noches), cuando necesito sentir, gira y gira en el equipo el último disco de Warren Zevon antes de dejarnos. Y siempre es capaz de emocionarme. De la primera a la última canción, de la primera a la última guitarra, de la primera a la última letra. Ya hace un año que se largó, y no se si serán las circunstancias en que grabó "The Wind" (sabiendo que le quedaban simplemente varios meses para completarlo), pero consigue que yo sienta. Y se lo agradezco.
Coincidiendo con este aniversario, el mes que viene parece que estará en la calle un homenaje en toda regla, "Enjoy every sandwich", en el que participan, entre otros, Steve Earle, David Lindley (hey, qué hay de nuevo, viejo, fuiste uno de los primeros tipos que vi en directo, creo que yo tenía 16 años, hace mucho, mucho), Ry Cooder, Jackson Browne, Pete Yorn, Bob Dylan, Bruce Springsteen, Pixies, Billy Bob Thornton,...
Un día, alguien, a mi lado, lloró mientras escuchaba su versión del "Knockin’ on heaven’s door", y no me extraña. Aunque aquella vez tal vez fuera mi culpa. Lo siento. Pero yo lloro (un whisky ayuda) mientras suena "Keep me in your heart".
Yo lo hago. Y terminar un disco de esta manera, es todo un sueño.
Suena la corriente: "El amor de mi vida" - Warren Zevon