Mis entradas siempre son vagas, lentas, ojerosas, irritables, despreciables. Y esta no iba a ser distinta.
El trabajo se empeña en recuperar su perdido estatus de caníbal, devorando todo atisbo de relajación para un inicio prudente. Los periódicos te ofrecen su habitual ración de sangre, muerte y miseria. Tu gente aún trata de desperezarse enfrentándose a demonios no muy distintos a los tuyos. Y para colmo de males, Ella aún no ha entrado y sigue lejos.
Te aferras a imágenes y sensaciones vividas y deseas que la rutina acampe cuanto antes, con la misma intensidad con la que la rehuías hace apenas unos días. Y te marcas objetivos pequeños, estúpidos, pero que ayudan (joder si ayudan): guitarras próximas, encuentros esperados, besos futuros, risas no forzadas...
Vamos, que una piltrafilla es lo que parezco.
Y para terminar de joderlo, mis "adorados" Bush, Blair y Aznar siguen libres.
Venga, calma, calma, que no veas qué invierno me espera.
Y alguien me grita "abuelo, deje usted de murmurar, que ya está la cena!".
Suena la corriente: "Waiting" - The Skeletons