El cabronazo lo ha vuelto a hacer. Si algo tengo claro, es la música que quiero que me acompañe en el apocalipsis del mundo (o de mi mundo). Quiero la voz de Tom Waits como fondo sonoro enmarcando la escena de unos ojos cínicos viendo lo ya previsto, cómo todo se va al garete.
"Real Gone", su última rodaja, ha vuelto a atraparme como sólo él sabe hacer. Son canciones en las que el blues, el folk, el country, el rock, se desprenden de oropeles al uso para mostrar su cara más leprosa, su esencia más rítmica, su esqueleto completamente descarnado.
Nos ofrece cánticos propios de una legión de esclavos recogiendo algodón dos minutos antes del fin de todo. Nos asusta con su particular visión de la sangre africana que corre por cualquier ritmo latino (Marc Ribot algo tendrá que ver). Nos muestra a Nashville después de la hecatombe. Pero también nos hace llorar y sentir el dolor/placer de cualquier desamor/amor.
Y como guinda del pastel, adorador como soy de quien sabe cerrar un trabajo clavando espinas en la piel, nos regala un escalofrío, "Day after tomorrow (en apoyo al movimiento Moveon.org) que debería ser escucha obligada para cualquier soldado desplazado a cualquier guerra (aunque una muy en concreto) de las muchas que sangran este principio de siglo, que cada vez parece más el fin de un tiempo.
Por mi parte, sigo con mi whisky y su ritmo.
Suena la corriente: "Day after tomorrow" - Tom Waits