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viernes, 1 de octubre de 2004

Tribus urbanas

Los que vivimos la música como algo más que un mero entretenimiento, algo más que un mero hilo musical de fondo, algo más parecido a una Banda Sonora que remarca los tiempos álgidos de nuestra vida y amansa los momentos relajados, sabemos que esa música influye en nuestros estados de ánimo, y éstos en la elección de aquélla.

Y como también sabemos que no somos otra cosa más que simples (o complejos) animales, pues nuestras diferencias no son muchas.

El caso que es que unos estudiantes de un colegio de Las Palmas de Gran Canaria se han dedicado a hacer unas pruebas sobre la influencia de diversos estilos musicales en unos lindos animalitos, unas ratas que se han tirado diez días, a razón de doce horas diarias, escuchando diversos estilos. Por supuesto, el estudio tiene resultados, y la interpretación de los mismos puede ser una ardua tarea.

El grupo sometido a la escucha continua de canto gregoriano, adelgazó de forma considerable; las que se dedicaron a la música latina, sufrieron accesos de sed incontenible; quienes escucharon isas canarias, aumentaron sus niveles de azúcar en sangre y engordaron; y las que sufrieron doce días de heavy metal entraron en un estado de agresiva hiperactividad.

En fin, yo creo que las gregorianas se hicieron ascetas, las latinas dominaron el merengue y las canarias se pasaron con el mojo picón.
Pero nada me explica por qué las jevilongas se pusieron hiperactivas.
Riff.
Raff.
¿Hiperactivas? Pero, ¿movían sus melenas al viento?



Suena la corriente: "Rat race" - Dr. Feelgood