Páginas

lunes, 8 de noviembre de 2004

Sonidos del interior

Yo no soy objetivo. No tengo por qué serlo. No cobro por escribir sobre cualquier tema en un periódico. Alguna vez sí lo hice (escribiendo poco y cobrando poco, cosa que para un no-periodista, no está nada mal). Se trataba de recomendar un concierto para esa noche en la ciudad en la que entonces vivía. Tenía la enorme ventaja de que no me obligaba a asistir a dicho evento. Ventajas de la "pre-crítica". Eso sí, trataba de dar salida a la mayor de mis malas babas. Incluso me dijeron que en alguna discográfica me tenían por un amargado al que nada le gustaba. Y no se daban cuenta de que, muy posiblemente, la mayoría de las cosas que editaban no merecían la pena.

Pero no la merecían desde mi punto de vista. Porque repito, no soy objetivo, y no me da la gana serlo. Y menos en una barcaza como esta que surca un río que empiezo a considerar como mío.

Y este viaje me ha traído como pasajeros a personajes con los que he llegado a intimar. Y con alguno, aunque todavía poco física, empieza a nacer una amistad.

Jero, de Cielo Vacío, está ya más que unido a este viaje desde el principio (bastantes veces nos hemos encargado de hacerlo presente). CV está cumpliendo alguno de sus sueños. Y me alegro. Y yo pienso, veremos como ando de objetividad.

No la necesito. Reno son capaces de crear ambientes, de tocar fibras sensibles, de ejecutar con pulso sensaciones que me gustan. Sus influencias son claras, pero las mezclan con finura, como para que no se noten. La primera vez que oí una canción de ellos, me evocaron muchos sonidos. Especialmente de Galaxie 500. Y como degustador de todo lo que hace el caballero Dean Wareham (por cierto, perece que Luna se despiden con su último "Rendezvous"), ya quedé enganchado. Pero también me vienen Bob Dylan, Television (sí, han hecho que los recupere tras tantos años), la Velvet, Big Star (quien me regala en directo el "September Gurls" del señor Alex Chilton ya me tiene muy ganado), guitarras arrastradas, armónicas sucias, melodías etéreas…

Y sin embargo, cuando terminan, me queda el sabor, el regusto de Reno. Sus influencias han bailado con ellos, han participado en ese juego de danzas que supone la unión de varias personalidades, pero se han retirado a tiempo para dejar un todo propio.

He tardado en escribir esto. Lo sé. Una vez más, el coche se ha convertido en mi sala de audición. Empieza a ser algo habitual.

Y una vez más, no he querido ser objetivo. Porque no me da la gana. Porque huyo de ello como de la peste. Porque mi subjetividad es mi forma de sentir.

Gracias, CV.
Ahora soy yo el que espera. Es mi turno.



Suena la corriente: "M&M" - Reno