Pero no me diga usted que no tenía a nadie. Con quien cenar. Con quien brindar. Con quien hablar. Bueno, algunos sí había, pero que más da, no era el momento, no era el día, no era la noche.
Hace años pasé una noche como la de mañana solo. País extraño, recién llegado. Sin conocer a (casi) nadie. Sin mis cielos, ni mis tierras, ni mis cosas, ni mi gente. Daba para una novela de derrotados, de perdedores. Pero no era tal el tema. Iniciaba algo nuevo, aunque de momento, solo.
Y no quise celebrarlo de ninguna manera. Sándwich de queso y jamón. Cerveza. Y en aquel concreto momento, guitarras de Paul Westerberg, que me tenía arrebatado. "Dyslexic Heart". Y luego, whisky, rebajadito con una uña de hielo. Noche perfecta, oiga.
¿Y ahora? Pues sí, bien, nos juntamos, pero por mí como si lo hiciéramos en Abril. Sólo me interesa que nos veamos. No la parafernalia.
Pero borreguitos que somos, al final participamos.
Pues eso, vamos allá.
Que ustedes lo cenen bien.
Suena la corriente: "14 Songs" - Paul Westerberg