De casa en casa, de barrio en barrio, de esquina en esquina. Le llamaban charlatán. Crecepelos, llaves maestras, tónicos musculares, estimuladores del vigor masculino. Todo entraba en su maleta.
Las cosas no cambian tanto. De pueblo en pueblo. De empresa en empresa. Cambia el aceite tonificante por algo de tecnología. Gama alta, dicen. Pero somos los mismos. El mismo charlatán, y el mismo escuchador, casi siempre apático. Aunque le trates de encasquetar el futuro, su futuro, lleno de éxitos y alabanzas.
Buscas el bar de carretera para el almuerzo. Los prefieres. No niegas que eres todo apariencia. Tampoco puedes permitirte otra cosa. Tu entrada en el comedor causa silencio. Las miradas se clavan en ti. Tu jodido traje y corbata, frente a sus sucios monos. Pero no os equivoquéis. No os dais cuenta que soy uno de vosotros. Igual de pisoteado que vosotros, igual de cabreado, igual de apurado a fin de mes. Igual de mierda que vosotros. Así es la cosa. Pero con mucha más dignidad que ellos. Vosotros y yo. Hala, a por las lentejas.
Y luego de nuevo al coche. A por otro escuchador, como buen charlatán. Pero eso sí, en el coche, arrullado por mis sonidos. Es mi cueva. Pequeña, sucia y maloliente. Pero mía. Supongo que lo único realmente mío.
Y Sarah Lee Guthrie me susurra, me canta, me silva (siempre digo "me", pero es que quiero creer que es así). Tradición americana, dicen. Qué quieren. Es respeto. A su padre, Arlo. A su abuelo, Woody. Con sus máquinas familiares de matar fascistas. Suena country, suena folk, suena rock, suena Seeger, suena Dylan. Ella con Johnny Irion. Ella con su él. (Yo con mi Ella). Y Gary Louris echando dos manos o más. Sabe de lo que habla.
Serán canciones de amor. Pero es lo que nos queda.
Amor para el charlatán.
Suena la corriente: "Exploration" - Sarah Lee Guthrie & Johnny Irion