Allí estaba yo, en una salita de paredes enteladas. Hortera, muy hortera, como casi todas las salas de estar, las habitaciones, los comedores, las cocinas, los minúsculos jardines de cada una de las sencillas casas de aquella barriada de clase media del gran Londres.
Y me preguntaba qué coño hacía allí, acompañado de dos señoras maduras (no, aún no eran clásicas viejecitas inglesas), dispuesto a tomar el té (pues claro que con pastas, faltaría más). Estaba siendo un julio excesivamente tórrido y húmedo incluso para lo que era habitual. La buena señora de la casa se apiadó de mí, y pude dedicarme a una cerveza mientras las dos cotorreaban de sus cosas. Y sólo una de sus cosas, el hijo de una de ellas, me interesaba.
En una conversación con la familia con la que pasaba aquel verano (oficialmente de mejora del idioma, personalmente de descubrimiento de los entresijos de una ciudad que años antes había sido algo así como un sueño), comentando sobre los discos que me había comprado aquella tarde en un mercadillo, enseñé un par de flamantes vinilos de Squeeze. Los gritos, las risas, los nervios me sorprendieron.
Y una semana después, allí estaba yo con las dos buenas señoras. Mi madre de alquiler y su vecina-amiga-íntima-de-toda-la-vida. Y yo lo único que quería era que se pasara por la casa el hijo de esa vecina. No lo hizo. Pero vi sus fotos, de niño, de adolescente, de jovencito formal.
Pero el tiempo, el calor, la vida, borra los recuerdos. Al menos los difumina. Los nubla. Y por más que intento, no tengo ni idea si los álbumes de fotos, la casa, la madre que ví eran de Chris Difford o de Glenn Tilbrook.
Y la verdad, no importa lo más mínimo. Hace unos días me desempolvaron a Squeeze. Y recordé los momentos que me hicieron pasar. Y recordé que "East Side Story" fue algo más que una segunda piel.
El tiempo pasa. El calor pesa. También para Ella. Lejos aún de mis cuarenta. Pero ayer es un pasito más para esa misma piel que queremos ser. Y tendremos nuestra historia. Y te contaré lo de las viejillas. Te contaré tantas cosas sinsentido, banales. Por el placer de estar contigo.
Aún nos quedan colores. Tras la puerta.
Suena la corriente: "East Side Story" - Squeeze