Estaba en la cubeta de discos de jazz en una de esas hamburgueserías de discos. Supongo que el encargado de turno, haciendo gala de esa gran sapiencia que les suele caracterizar, no lo dudó un momento. A pesar de la portada. Eso sólo podía ser country.
Pero no era solo eso. Era country, y folk, y blues, y también rock. Y era alegría y tristeza. Euforia y miseria. Letras capaces de herirte en lo más profundo, y a los pocos acordes, mecerte, susurrarte, consolarte, reconfortarte. Era de ese tipo de gente que aborreces que ya no sigan pariendo frutos.
"Hey, drama falls on us like teardrops. Boy, if I had any more drama in my life I’d drown!"
Y Townes Van Zandt se ahogó. En alcohol, durante muchos años. Viviendo al filo de la navaja, del abismo. Mientras recorría carreteras, valles, montañas, praderas. Desde pequeño lo hizo con sus padres. Luego por su cuenta. Llegando hasta la médula de su vasto territorio. Obligando a la gente a agarrar con fuerza su vaso. Para creer que lo que veían, lo que escuchaban, era real.
Hace tiempo que no volvía a él. Pero sabiendo que siempre está ahí. No tendré nada nuevo. Pero lo ya parido vale una vida. La suya y la mía.
Y en la cubeta de jazz estaba "Drama falls like teardrops". Belleza para un título que esconde 36 gemas. Una excelente selección. Y tres horas por delante en el coche, soñándome por carreteras que él rodó algún día.
La vida es miserable. Muchas veces. Pero tiene belleza.
Y aquí sigo tres días después. Con lo mismo.
Soñando.
Suena la corriente: "Drama falls like teardrops" - Townes Van Zandt