Transparentes, para ser vistos por el viento en su pausada carrera. ¿Pero acaso eres capaz de sentir que el viento existe? Tiene que existir, en algún sitio estará escondido, esperando nuestro despiste, para azotar el rostro. Una y otra vez. De momento derrítete y desnúdate.
Que aquí ya está todo dicho. La jaula toma la ciudad. No, no quiero fotos. Porque quiero olvidarlo. No quiero los muros. Quiero marchar ya.
Y el Vaticano pide delito penado para el cliente del sexo de pago. Sexo sin amor, dicen unos. Amor de pago, dicen otros. Porque también se puede amar en camas de tránsito. Y ellos saben que no hay burdel de postín sin cura arrabalero entre sus clientes. Habla la voz de la experiencia (la de ellos, que es mucha).
Y todos se sorprenden. ¡Vaya con el vecino! Era un ser encantador. Simpático, bueno, trabajador, religioso. En esta sociedad de múltiples caretas, cada vez es más fácil el teatro. Algo se rompió hace tiempo. Todos perdemos.
Dices, pues vaya con las noticias, da gusto. Yo pongo música (hoy estoy raro) y me dedico a olvidar. Invadidos por la modorra y la nostalgia. Hasta el escribir es inconexo. Nada que decir. Nada que contar. En la escalera huele a coliflor recién hecha. Con gusto la rehogaba con unos ajos.
Ya nos vamos. Veremos si el barco queda varado o lo visitamos de vez en cuando. Entre trago y trago.
Que el viento sople.
Y que nos den.
Suena la corriente: "Dead man" - Neil Young