Iba paseando, iba silbando, y me encuentro con el Río, casi seco. No, no lo había olvidado, pero las vacaciones son de casi todo. Miro el barco, sopeso si merece la pena remozarlo. Supongo que sí, en caso contrario, me arrepentiré, y no me gusta la marcha atrás.
Miro el interior, y me doy cuenta. Hoy hace dos años que este Río Rojo mana aguas. No siempre cristalinas, no siempre mansas. Pero aguas. Y dicen que en la red dos años es mucho tiempo. Una cosa más que me recuerda la edad.
¿Todo el mundo se ha vuelto viejo?
Did everybody just get old?
Me lo recuerda un viejo amigo recién reencontrado. Graham Parker sigue vivo. No, no le había olvidado. Pero hay presentes que dan miedo, ante los que uno prefiere no encontrarse, y mirar al pasado, tan grato, tan cálido, tan jugoso. Y mira por dónde, su nuevo trabajo, "Songs of no consequence" es digno, más que digno. Un buen disco de rock, tocado por esa fibra que siempre tuvo el gafas. Y rezuma humor. La edad no perdona, pero, ¿todos se han vuelto viejos?
No lo creo. Metido en esta irrealidad que supone trabajar cuando casi nadie lo hace. Pero me quedan los recuerdos de estas semanas. Me queda la música. Y quedan los olivos. Y queda el salitre. Y queda el mar. Y queda Ella.
Dos años. Sigo acumulando piedritas para el lecho.
Suena la corriente: "Songs of no Consequence" - Graham Parker