Es bonito estar alejado, perdido, apartado de las cosas que parecen mayestáticas, definitivas, esenciales para el discurrir de los tiempos.
No señor, me olvido y me centro en los míos, y me dejo enfriar por el viento gélido, porque este anticipo de invierno se agradece cuando se disfruta en el campo.
Y paseo por una reliquia del pasado, desconocida para mí. Un pueblo viejo que quedó tal y como estaba el día después del fin de aquella guerra fratricida. Y que fue manoseado ya cadáver para la venganza. Y puedo ver en los ojos de los hijos de mi hermana la incomprensión ante aquellos absurdos.
Ojalá crezcan sin identidades, al menos tal y como las entienden los memos de los que estamos rodeados.
Ojalá crezcan sin patria ni dios (al menos su patria y su dios).
Yo me siento sin bandera y sin credo.
Solamente con gotas que me rodean, personas que me refrescan.
Sólo en eso confío.
En nada más.
Y en nada menos.
Suena la corriente: "Pressure chief" - Cake
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