Me quitan los sueños, las ideas, las utopías, el dinero, las creencias, la fe, las ganas, la fuerza, la ilusión, la sonrisa, la emoción, la paciencia, la esperanza, el optimismo, la rebeldía,…
Estamentos políticos, civiles, sociales, religiosos,…
Pierdo el aliento y carcomo mi hígado. Pierdo el hálito y exprimo mis pulmones. Mis órganos son míos. Lo demás, quién sabe.
Pero ahora, me quitan también el limbo.
Y no, eso no. Cuando mi abuela enlazaba un negro panorama futuro con mi continua estancia en él, en el limbo, no podía estar equivocada. Si ya lo decía ella. Y en efecto, mis sueños de gloria quedaron en nada. Y aquí estoy, un pringao comercial, insulso, con una vida gris (sólo Ella le da color), que sueña con ser moderno por tener un blog y únicamente es un progresista trasnochado, vamos, un rojo. Lo peor de lo peor. Y encima, lector de El País. Anatema! Un simple con zapatos desconchados.
Ya se encargan ellos de recordármelo desde sus ondas diabólicas.
Pero eso no, faltaría más. El limbo que me lo devuelvan.
Pero qué se habrán creído estos majaderos. Poner en duda la palabra de mi abuela!
Suena la corriente: "Empire builders" - Jason Ringenberg
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