Pues ahí están de nuevo, tirándose religiones a la cara, lanzándose libertades, arañando respetos, mintiendo ideologías, vendiendo muertes y proclamando vidas.
Y seguramente no debería, pero me siento muy alejado de ellos. Sí, ya, ellos son todos, ellos somos todos. Nos afecta. Porque nos coarta, nos insulta, nos araña, nos miente, nos muere, nos nace. (...)
Y seguramente no debería, pero me siento muy alejado de ellos. Sí, ya, ellos son todos, ellos somos todos. Nos afecta. Porque nos coarta, nos insulta, nos araña, nos miente, nos muere, nos nace. (...)
Pero hace mucho que pienso que las religiones como poder, como jerarquía, como organismos (órganos de presión), como movimientos constituidos, deberían haber desaparecido. El concepto hecho norma de dios o dioses (en cualquiera de sus acepciones) sigue trayendo más mal que bien. Los mercaderes del templo dominan la algarabía.
Y entonces, para qué coño me meto. Será porque siempre he sido (o he buscado ser) un lenguaraz, cuando lo que realmente me importa son mis pequeñas cosas, esas que los salvadores considerarían nimiedades.
Pero cuánto llena empezar a materializar sueños con Ella. Alejado de ellos.
Cuánto emociona leer letras que considero libres, porque no las dictan ellos.
Cuánto apasiona descubrir canciones, que no escuchan ellos. Serán nimias, insignificantes, frívolas. Pero me ofrecen más que cientos de sermones.
Y Johnny Hickman, alejado de las tiranías propias del sentido de pertenencia, me canta en solitario. Sí, ya sé que podría ser una muesca más de Cracker, pero esta vez es sólo suyo. Y sé lo mucho que eso significa. Sigue amando sus raíces americanas, y a ellas se entrega. Y homenajea, como hacemos todos, a los padres fundadores.
Me quedo con sus versos, nimios, como yo:
I’m lucky, so lucky, for the time I spent (spend) with you.Que no me roben mi levedad.
Y que ellos graznen.
Suena la corriente: "Palmhenge" - Johnny Hickman
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