Supongo que es el miedo alrededor del cual giramos a cada minuto. Lo confundimos con un tótem, la erecta cucaña, el obelisco central, pero es simple miedo. Por él somos capaces de lo mejor y lo peor.
El miedo a no decir la palabra, a no pronunciar el silencio, a apartar la vista o mantener la mirada. El miedo a callar y seguir, a hablar y no decir nada. El miedo a ser y sentir. (...)
El miedo a no decir la palabra, a no pronunciar el silencio, a apartar la vista o mantener la mirada. El miedo a callar y seguir, a hablar y no decir nada. El miedo a ser y sentir. (...)
Gregarios del dinero que permite nuestra pequeña ilusión. La palmada en la espalda, y a seguir la pantomima. La cobardía confundida con resistencia.
El miedo del niño que busca una mano y le tienden cien que no quiere. El sordo que imagina el sonido de una guitarra y no oye las risas que cacarean. El miedo al ridículo más grande, por lo que haces y lo que dejas de hacer.
Miedo a que no te entiendan, o a que lo hagan muy bien.
Demasiado bien.
Tal vez desaparezca cuando uno comience el primero de sus cinco últimos minutos. Tal vez lo haga mañana, cuando aún queden millones de instantes.
Miedo a que te digan pedante.
Y serlo.
Abrázame. Mi candela. Sólo Ella.
Suena la corriente: "This old road" - Kris Kristofferson
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