Ah, qué fantástica esta sociedad que nos hemos montado, que a cualquier problemilla le pone un nombre y ya estamos tranquilos. Y si ese nombre es un síndrome (o un virus si se nos resiste la inventiva), entonces ya quedamos de lo más modernos. (...)
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domingo, 22 de abril de 2007
miércoles, 18 de abril de 2007
Rezar a mi santoral
Resulta que ahora media Europa utiliza el tiempo que pasa haciendo colas para ligar. Y claro, uno, que cada vez se considera (o le gustaría considerarse) más ajeno al género humano, tiene un nuevo motivo para aborrecerlas. En las colas me enfrasco en una lectura o en una canción, todo por dejar de sentirme rodeado. (...)
viernes, 6 de abril de 2007
Uno de los últimos trovadores
La historia de la música popular americana. Bonita historia, plagada de gente que con una guitarra a cuestas y unos versos en la boca ha sido capaz de hurgar en sus heridas, las propias y las recibidas.
Por estas aguas nadan habitualmente muchos de esos trovadores, que a pesar de los lugares comunes que habitan, siempre son capaces de escupir ácido a unos ojos cegados por algo más que unas simples cataratas. Son gente solitaria y solidaria, aves raras que pican en todos los palos musicales que encuentran en su vagabundeo. (...)
Por estas aguas nadan habitualmente muchos de esos trovadores, que a pesar de los lugares comunes que habitan, siempre son capaces de escupir ácido a unos ojos cegados por algo más que unas simples cataratas. Son gente solitaria y solidaria, aves raras que pican en todos los palos musicales que encuentran en su vagabundeo. (...)
lunes, 2 de abril de 2007
Un buen humo
Ayer escribía esto.
No se publicó no por un error técnico. Por un error emocional.
Nos sentamos en el porche. El viejo Robaina, nuestro anfitrión, nos ofreció unos vasos de ron y por supuesto, habanos de su producción. Los saboreamos mientras nos contaba la liturgia a seguir, la mística que rodea a la planta del tabaco. Reía y contaba chanzas.
El calor de Pinar del Río golpeaba, pero ver la amistad entre el gran productor y mi hermano, atenuaba la sensación de agobio. (...)
No se publicó no por un error técnico. Por un error emocional.
Nos sentamos en el porche. El viejo Robaina, nuestro anfitrión, nos ofreció unos vasos de ron y por supuesto, habanos de su producción. Los saboreamos mientras nos contaba la liturgia a seguir, la mística que rodea a la planta del tabaco. Reía y contaba chanzas.
El calor de Pinar del Río golpeaba, pero ver la amistad entre el gran productor y mi hermano, atenuaba la sensación de agobio. (...)