Para muchos grupos, es el tercer disco el que asienta sus capacidades, el que establece una personalidad a partir de la cual continuarán su evolución. Y es ahí donde reside el peligro. Tras un primer trabajo ilusionante, toda la presión recae sobre el segundo, que en muchas ocasiones puede resultar forzado, y es en el tercero donde los autores pueden reposar todo lo vivido. Para bien o para mal. (...)
Para los hermanos Gabbard, el proceso no ha sido distinto. Tras el recibimiento lleno de parabienes de su primer y homónimo trabajo (una vez finiquitados Thee Shams y su garage-rock), fue en Let it ride donde la presión cayó como un mazo. Producido por Dan Auerbach, girando junto a los propios Black Keys o The Black Crowes, fue un esfuerzo rock más pesado centrado en emular planteamientos de esencia blues, con Cream como manto protector.
Han pasado tres años, se han casado, han tenido hijos, y por encima de todo, han perdido esa presión autoimpuesta. Y todo ello se aprecia en 3, disco que fluye de una manera más armoniosa que el anterior. No abandonan sus orígenes cercanos al garage o la psicodelia, pero todo suena, digamos, más hippy. Es como si hubieran vuelto de nuevo sus ojos a las influencias más a caballo entre el cambio de décadas 60/70, un trabajo luminoso, donde el espíritu Crazy Horse lo empapa casi todo.
Guitarras que suenan a otra época, armonías vocales no exentas de la garra propia del power-pop, canciones de estructura sencilla que se agarran como lapas. Tal vez cueste rebatir la opinión de si no estamos ante un ejercicio de estilo, pero a la hora de plasmar las sensaciones musicales que cada uno vive a su manera, es preferible la sinceridad de mostrar cuales son tus orígenes a la impostura de evolucionar marcado por las tendencias que el momento, tus seguidores o las expectativas creadas imponen.
Suena la corriente: "Lily of the Valley" - Buffalo Killers
No hay comentarios:
Publicar un comentario