Ay, qué gozada es cuando cae en tus manos un trabajo directo, sencillo, alegre, que transmite esperanza, ganas de vivir y, por encima de todo, ganas de bailar. O al menos, saltar, botar, dar palmas al aire, divertirte… Y eso es exactamente lo que suena en The man that time forgot, de John Paul Keith. (...)
Porque poco más de 30 minutos son suficientes para que haya sonado en los altavoces un soberbio disco. Y el hecho de que saliera comenzando el verano no hacía otra cosa que dar resalte a los destellos de luz y brillo de la rodaja. Es que esas melodías power-pop, esos aires new-wave, esas canciones que caminan por el sonido fronterizo (frontera entre países, entre pop y rock, entre soul y blues), por el rockabilly de los 50, por el garage más anímico, por el swing con elegancia, por los ramalazos soul, por…, tantas cosas, y todas tan sabrosas.
John Paul Keith, radicado en Memphis, educado en los cánones del rock’n’roll primitivo y el blues por su padre camionero, sabe trasladar todas sus experiencias aprendidas y vividas a su segundo trabajo, The man that time forgot, junto a su banda estable (al menos para las grabaciones), The One Four Fives. Gente como Lucero o Jack Oblivian han sabido ver su potencial y han girado/actuado con él.
Y escuchando el disco, no sabes con qué pieza quedarte, cual señalar como canción destacada, cual sería cara A apropiada para el single saltarín del año, o cual sería una merecidísima B-side para un disco clásico de los años gloriosos.
Así da gusto. Para qué alargar la cosa si en 30 minutos tienes las doce canciones sin estorbar ni una sola.
Menos es más.
Y sobra el resto.
Suena la corriente: "Never could say no" - John Paul Keith
Porque poco más de 30 minutos son suficientes para que haya sonado en los altavoces un soberbio disco. Y el hecho de que saliera comenzando el verano no hacía otra cosa que dar resalte a los destellos de luz y brillo de la rodaja. Es que esas melodías power-pop, esos aires new-wave, esas canciones que caminan por el sonido fronterizo (frontera entre países, entre pop y rock, entre soul y blues), por el rockabilly de los 50, por el garage más anímico, por el swing con elegancia, por los ramalazos soul, por…, tantas cosas, y todas tan sabrosas.
John Paul Keith, radicado en Memphis, educado en los cánones del rock’n’roll primitivo y el blues por su padre camionero, sabe trasladar todas sus experiencias aprendidas y vividas a su segundo trabajo, The man that time forgot, junto a su banda estable (al menos para las grabaciones), The One Four Fives. Gente como Lucero o Jack Oblivian han sabido ver su potencial y han girado/actuado con él.
Y escuchando el disco, no sabes con qué pieza quedarte, cual señalar como canción destacada, cual sería cara A apropiada para el single saltarín del año, o cual sería una merecidísima B-side para un disco clásico de los años gloriosos.
Así da gusto. Para qué alargar la cosa si en 30 minutos tienes las doce canciones sin estorbar ni una sola.
Menos es más.
Y sobra el resto.
Suena la corriente: "Never could say no" - John Paul Keith
Este tío nos ha devuelto el brío de Buddy Holly y nos ha recordado que Willie Nile es puro Holly y que no hay como ser sencillo y pop-roquero.
ResponderEliminarUna gozada de disco y este es el tema!Un abrazo!
Palmas,palmas,palmas y cejillas!
Te sigo en tus palmas! Y la sencillez es el valor POP!
ResponderEliminarAbrazo.
¡Por fin uno que no es un triste duermevacas!
ResponderEliminarEs que yo soy de la vieja escuela, y de una edad ya a tener en consideración.
ResponderEliminar