Fue escribir el otro día el nombre The Plimsouls en el artículo sobre Sky Saxon y saltar como un resorte las ganas locas de volver a sus guitarras. Porque es en estos días de frío, cuando la nieve empieza a dejarse tocar, cuando necesito mi música más caliente, esa con la que he sudado y saltado, esa que te imagina en cualquier playa californiana, entre surf, cervezas y buena compañía. (...)
Y como parte de esa imaginería, The Plimsouls son palabras mayores. Una de las cumbres del power-pop, de las guitarras y las melodías como espina dorsal de la vida, de las canciones de tres minutos como filosofía y de las letras lúdicas como material de lectura en el que encontrar la guía para este laberinto. Es sentir su urgencia punk y su calor soul para saber que esa etiqueta, inventada como todas, de soul-punk les venía al dedo.
Y nada se puede decir de The Plimsouls si antes no se habla de The Nerves, una de las bandas esenciales en el resurgir pop-punk de finales de los 70 en la costa oeste americana. Allí confluyeron tres personalidades que darían lustre al mejor pop, Jack Lee, Peter Case y Paul Collins. Y entre los tres se marcaron algunas canciones que devendrían clásicas, como Hanging on the telephone (que se lo pregunten a Blondie). En el 78 cada uno tomó un camino diferente, Lee en solitario, Collins con sus The Beat y Case con The Plimsouls.
Junto al bajista Dave Pahoa y al batería Louie Ramírez comenzaron a girar por todos los clubs angelinos, ganándose una reputación de grupo sudoroso y artífice de una mezcla letal entre el pop británico de los 60 (con especial predilección por los Kinks) y las nuevas guitarras airadas del punk. El frenesí que conseguían en escena hizo que el promotor Steve Zepeda les fichara para su sello Beat Records (qué mejor nombre para el debut de The Plimsouls) y editaran su primer EP, Zero Hour. Durante la grabación del mismo, pasaron a ser cuarteto con la incorporación de la guitarra de Eddie Muñoz.
Las críticas fueron entusiastas, y en 1981, tras firmar con Planet Records, editaron su primer y homónimo LP. Y escuchar este disco del tirón no requiere ningún esfuerzo, salvo que no estés vivo. Una tras otra, las canciones, los puros pelotazos pop, dan rienda suelta a ese ansia juvenil que tantos hemos canalizado a través de la música. Mentiría si hablo de Lost time, Now, Zero Hour, Hush Hush (sí, las he escogido al azar) como momentos estelares, porque me creo incapaz de destacar unas sobre otras. The Plimsouls LP, al igual que The Beat LP (el de Paul Collins) son dos de los discos debut más perfectos que nunca se han grabado en esto del pop.
En el 83, alcanzaron cierto reconocimiento en su país a través de la canción A million miles away, incluida en la banda sonora de la película Valley Girl, en la que hacían una aparición interpretando un par de canciones. Esto les llevó a fichar por Geffen y publicar su segundo disco largo, Everywhere at once. No es que el disco fuera malo, pero el paso a una compañía grande supuso perder un cierto control sobre la no-producción por ejemplo del anterior, lo que lo hacía más laxo en lo referente a la urgencia, una de las señas de identidad de The Plimsouls.
Y casi, casi, aquí termina la historia. Quedó como documento del calor que alcanzaban en vivo el disco One night in America, y cada uno tomó caminos diferentes. En 1998 hicieron una reaparición con el estimable Kool Trash, con Clem Burke (Blondie) a los tambores, (porque Peter Case continua siendo harina de otro costal como compositor pop) y posteriormente han tenido alguna otra reunión ocasional. Recientemente se ha editado un nuevo directo, fechado en el 83, bajo el nombre de Beach Town Confidential.
Peter Case ha continuado grabando material en solitario, y es uno de los autores fetiches para este Río. Por ello, merece un capítulo aparte, que llegará más pronto que tarde.
Y ahora, vamos a ir secándonos el sudor, porque con los Plimsouls no hay otra.
Calor o calor.
Suena la corriente: "Now" - The Plimsouls
Y como parte de esa imaginería, The Plimsouls son palabras mayores. Una de las cumbres del power-pop, de las guitarras y las melodías como espina dorsal de la vida, de las canciones de tres minutos como filosofía y de las letras lúdicas como material de lectura en el que encontrar la guía para este laberinto. Es sentir su urgencia punk y su calor soul para saber que esa etiqueta, inventada como todas, de soul-punk les venía al dedo.
Y nada se puede decir de The Plimsouls si antes no se habla de The Nerves, una de las bandas esenciales en el resurgir pop-punk de finales de los 70 en la costa oeste americana. Allí confluyeron tres personalidades que darían lustre al mejor pop, Jack Lee, Peter Case y Paul Collins. Y entre los tres se marcaron algunas canciones que devendrían clásicas, como Hanging on the telephone (que se lo pregunten a Blondie). En el 78 cada uno tomó un camino diferente, Lee en solitario, Collins con sus The Beat y Case con The Plimsouls.
Junto al bajista Dave Pahoa y al batería Louie Ramírez comenzaron a girar por todos los clubs angelinos, ganándose una reputación de grupo sudoroso y artífice de una mezcla letal entre el pop británico de los 60 (con especial predilección por los Kinks) y las nuevas guitarras airadas del punk. El frenesí que conseguían en escena hizo que el promotor Steve Zepeda les fichara para su sello Beat Records (qué mejor nombre para el debut de The Plimsouls) y editaran su primer EP, Zero Hour. Durante la grabación del mismo, pasaron a ser cuarteto con la incorporación de la guitarra de Eddie Muñoz.
Las críticas fueron entusiastas, y en 1981, tras firmar con Planet Records, editaron su primer y homónimo LP. Y escuchar este disco del tirón no requiere ningún esfuerzo, salvo que no estés vivo. Una tras otra, las canciones, los puros pelotazos pop, dan rienda suelta a ese ansia juvenil que tantos hemos canalizado a través de la música. Mentiría si hablo de Lost time, Now, Zero Hour, Hush Hush (sí, las he escogido al azar) como momentos estelares, porque me creo incapaz de destacar unas sobre otras. The Plimsouls LP, al igual que The Beat LP (el de Paul Collins) son dos de los discos debut más perfectos que nunca se han grabado en esto del pop.
En el 83, alcanzaron cierto reconocimiento en su país a través de la canción A million miles away, incluida en la banda sonora de la película Valley Girl, en la que hacían una aparición interpretando un par de canciones. Esto les llevó a fichar por Geffen y publicar su segundo disco largo, Everywhere at once. No es que el disco fuera malo, pero el paso a una compañía grande supuso perder un cierto control sobre la no-producción por ejemplo del anterior, lo que lo hacía más laxo en lo referente a la urgencia, una de las señas de identidad de The Plimsouls.
Y casi, casi, aquí termina la historia. Quedó como documento del calor que alcanzaban en vivo el disco One night in America, y cada uno tomó caminos diferentes. En 1998 hicieron una reaparición con el estimable Kool Trash, con Clem Burke (Blondie) a los tambores, (porque Peter Case continua siendo harina de otro costal como compositor pop) y posteriormente han tenido alguna otra reunión ocasional. Recientemente se ha editado un nuevo directo, fechado en el 83, bajo el nombre de Beach Town Confidential.
Peter Case ha continuado grabando material en solitario, y es uno de los autores fetiches para este Río. Por ello, merece un capítulo aparte, que llegará más pronto que tarde.
Y ahora, vamos a ir secándonos el sudor, porque con los Plimsouls no hay otra.
Calor o calor.
Suena la corriente: "Now" - The Plimsouls
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