En plena British Invasion, toda la música que en 1964 enganchaba con el público juvenil norteamericano parecía venir del otro lado del Atlántico. Hasta el punto de que muchas bandas nacidas en los propios Estados Unidos eran consideradas por mucha gente como británicas. Si el grupo en cuestión se llamaban The Beau Brummels (término antiguo del ingles procedente de las islas con el que peyorativamente se denominaba a una especie de dandy excesivo) y practicaban un pop con clara influencia de Beatles o Zombies, el equívoco era claro. (...)
Y ese fue uno de los males de The Beau Brummels, que parece que siempre fueron “detrás de…”, lo que les relegó a una especie de categoría secundaria cuando el valor que les correspondía era mucho más alto. Tras sus inicios puramente beat, quedaron relegados por los muchos grupos ingleses de la época. Cuando avanzaron hacia un folk-rock algo más experimental con su esencia en los sonidos del San Francisco pre-psicodélico, fueron Jefferson Airplane, Lovin’ Spoonful o Quicksilver Messenger Service los que se llevaron la palma. Y cuando fueron de los primeros en fusionar el country con el rock, dio la casualidad que por la misma época The Byrds lanzaban su enorme Sweetheart of the rodeo.
Y sin embargo, la valía del grupo liderado por el guitarrista Ron Elliott y el cantante Sal Valentino está fuera de toda duda, y al menos les ha dotado de una aureola de grupo de culto que se incrementaría con su inclusión en la reedición en CD Boxset que Rhino hizo del original Nuggets: Original Artyfacts from the first Psychedelic Era, 1965-1968.
Elloitt y Valentino formaron The Beau Brummels en 1964, y tras girar por diferentes garitos del área de San Francisco, ficharon por el naciente sello Autumn Records, dirigido por el DJ Tom Donahue y en cuya nómina figuraba como productor de la casa Sylvester Stewart, que posteriormente sería conocido como Sly Stone, miembro y líder de Sly & The Family Stone.
Sus dos primeros discos, Introducing The Beau Brummels y The Beau Brummels, Volume 2 vienen punteados por el espíritu beat británico pero dejan entrever claramente unas influencias folk que serían piedra fundacional del San Francisco pop. Laugh, laugh y Just a little escalaron en listas, aunque sin convertirse en himnos juveniles, a pesar del irresistible encanto que atesoraban, especialmente la primera, una joya de melodía beat impregnada del calor folk que esa armónica y pandereta le insuflaban. En el segundo volumen la influencia Byrds iba en aumento, pero ni You tell me why ni Don’t talk to strangers alcanzaron los primeros puestos, si bien también hicieron aparición en listas.
The Beau Brummels habían participado en un par de películas, especialmente la playera Wild, wild, winter, cuando Autumn Records quebró y su catálogo quedó en manos de Warner Brothers, que, a pesar de su calidad compositiva, no supo qué hacer con ellos y les obligó a grabar un disco de versiones, que aún siendo interesante, no es considerado como producción de la banda, por razones obvias.
Los cambios de formación habían sido continuos, y Elliott debió abandonar los directos por las complicaciones que le producía una diabetes, aunque seguía formando parte del núcleo compositivo. Y en formato de trío y con músicos ocasionales (Van Dyke Parks entre ellos) graban en 1967 Triangle, un anticipo de los sonidos psicodélicos y experimentales que arrasarían los cerebros musicales de San Francisco por aquella época. En 1968, ya solo con Valentino y Elliott de la formación original (lo suyo fue una muerte por goteo), se trasladaron a Nashville, donde trabajaron en Bradley’s Barn, una de las primeras grabaciones que fusionaban country, folk y rock y que en nada tiene que envidiar a obras cumbres del estilo, ya anticipadas en estos cortes, como los Workingman’s dead o American Beauty de los Dead o el Sweetheart of the rodeo de los Byrds (aunque Parsons ya había iniciado igualmente esa andadura con la Internacional Submarine Band).
Ay, es que estos años a caballo entre el final de la década de los 60 y el comienzo de los 70 fueron gloria bendita!
El caso es que tras la primera desbandada, volvieron en el 74 para grabar un disco en directo y otro homónimo en 1975, que incluía una revisión con nuevas mezclas de You tell me why. Pero nada era igual, y su propuesta quedaba difuminada en los mastodónticos espectáculos que llenaban los estadios a mediados de década. Y el caso es que nunca se han ido del todo, pues han seguido realizando encuentros ocasionales y Sal Valentino ha continuado grabando discos en solitario hasta hoy.
Y ese fue uno de los males de The Beau Brummels, que parece que siempre fueron “detrás de…”, lo que les relegó a una especie de categoría secundaria cuando el valor que les correspondía era mucho más alto. Tras sus inicios puramente beat, quedaron relegados por los muchos grupos ingleses de la época. Cuando avanzaron hacia un folk-rock algo más experimental con su esencia en los sonidos del San Francisco pre-psicodélico, fueron Jefferson Airplane, Lovin’ Spoonful o Quicksilver Messenger Service los que se llevaron la palma. Y cuando fueron de los primeros en fusionar el country con el rock, dio la casualidad que por la misma época The Byrds lanzaban su enorme Sweetheart of the rodeo.
Y sin embargo, la valía del grupo liderado por el guitarrista Ron Elliott y el cantante Sal Valentino está fuera de toda duda, y al menos les ha dotado de una aureola de grupo de culto que se incrementaría con su inclusión en la reedición en CD Boxset que Rhino hizo del original Nuggets: Original Artyfacts from the first Psychedelic Era, 1965-1968.
Elloitt y Valentino formaron The Beau Brummels en 1964, y tras girar por diferentes garitos del área de San Francisco, ficharon por el naciente sello Autumn Records, dirigido por el DJ Tom Donahue y en cuya nómina figuraba como productor de la casa Sylvester Stewart, que posteriormente sería conocido como Sly Stone, miembro y líder de Sly & The Family Stone.
Sus dos primeros discos, Introducing The Beau Brummels y The Beau Brummels, Volume 2 vienen punteados por el espíritu beat británico pero dejan entrever claramente unas influencias folk que serían piedra fundacional del San Francisco pop. Laugh, laugh y Just a little escalaron en listas, aunque sin convertirse en himnos juveniles, a pesar del irresistible encanto que atesoraban, especialmente la primera, una joya de melodía beat impregnada del calor folk que esa armónica y pandereta le insuflaban. En el segundo volumen la influencia Byrds iba en aumento, pero ni You tell me why ni Don’t talk to strangers alcanzaron los primeros puestos, si bien también hicieron aparición en listas.
The Beau Brummels habían participado en un par de películas, especialmente la playera Wild, wild, winter, cuando Autumn Records quebró y su catálogo quedó en manos de Warner Brothers, que, a pesar de su calidad compositiva, no supo qué hacer con ellos y les obligó a grabar un disco de versiones, que aún siendo interesante, no es considerado como producción de la banda, por razones obvias.
Los cambios de formación habían sido continuos, y Elliott debió abandonar los directos por las complicaciones que le producía una diabetes, aunque seguía formando parte del núcleo compositivo. Y en formato de trío y con músicos ocasionales (Van Dyke Parks entre ellos) graban en 1967 Triangle, un anticipo de los sonidos psicodélicos y experimentales que arrasarían los cerebros musicales de San Francisco por aquella época. En 1968, ya solo con Valentino y Elliott de la formación original (lo suyo fue una muerte por goteo), se trasladaron a Nashville, donde trabajaron en Bradley’s Barn, una de las primeras grabaciones que fusionaban country, folk y rock y que en nada tiene que envidiar a obras cumbres del estilo, ya anticipadas en estos cortes, como los Workingman’s dead o American Beauty de los Dead o el Sweetheart of the rodeo de los Byrds (aunque Parsons ya había iniciado igualmente esa andadura con la Internacional Submarine Band).
Ay, es que estos años a caballo entre el final de la década de los 60 y el comienzo de los 70 fueron gloria bendita!
El caso es que tras la primera desbandada, volvieron en el 74 para grabar un disco en directo y otro homónimo en 1975, que incluía una revisión con nuevas mezclas de You tell me why. Pero nada era igual, y su propuesta quedaba difuminada en los mastodónticos espectáculos que llenaban los estadios a mediados de década. Y el caso es que nunca se han ido del todo, pues han seguido realizando encuentros ocasionales y Sal Valentino ha continuado grabando discos en solitario hasta hoy.
Por ello, dedicar estas tardes grises y frías a repasar estos discos es un ejercicio de reafirmación en todo ese rock que sin ocupar los primeros titulares de ninguna época, está siempre en el subconsciente de todos cuantos necesitamos esta música para vivir.
Y para respirar.
Y para comer.
Suena la corriente: "Laugh, laugh" - The Beau Brummels
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