Wayne "The Train" Hancock Sala Azkena, Bilbao (08/02/2012) Calor con sabor añejo

Cuando en la calle hace cero grados, el mejor plan para una noche es quedarse en casa. O si uno tiene el cuerpo golfo, tomarse un trago en un calentito honky-tonk bar. Claro, que si estás en los USA. En Bilbao, el plan no parece muy probable. A no ser, que esa noche esté sobre un escenario el tejano Wayne “The Train” Hancock.

Entonces todo cambia. Te puedes trasladar mentalmente a un garito del estado de la estrella, sentir el calor de la sala (lástima de la falta de humo!), y sudar al compás de la mejor música tradicional. Porque sobre ese escenario sonará honky-tonk, country, rockabilly, swing, blues y todos los palos más clásicos, interpretados por un artista simpático, divertido, sudoroso y que hace honor a su apelativo ferroviario. (...)

Wayne Hancock, nacido en 1965, se ha convertido por derecho propio en una de las figuras más respetadas de la escena tradicionalista americana, pero muy alejada de los insufribles cantantes del country comercial. Son ya casi una decena de discos los que atesoran un amor por la vieja música que le ha convertido en un bardo nómada que es capaz de pasear el espíritu del auténtico Hank Williams.

Con 12 años ya escribía canciones, y con 18 ganó el concurso Wrangler Country Showdown, cuando justo en ese momento se enroló en los Marines. Seis años después, volvió a los escenarios y participó en el musical Chippy junto a señeras figuras del country como Joe Ely y Robert Earl Keen, lo que le abrió la puerta para que el sello Deja Disc editara su primer disco, Thunderstorms and Neon Signs. Y hasta ahora.

En clásica formación de guitarra acústica, eléctrica y contrabajo, sin mayor percusión que la caja del propio bajo acústico, Hancock se lanzó a piñón fijo a lo que sabe hacer, y de qué manera. Casi dos horas sin respiro, escorado más hacia el rock’n’roll clásico de los 50 que al country debido a la ausencia de steel guitar. Pero el calor que transmitió con su simpatía, compartiendo tragos con el público, y sobre todo, con un ramillete de composiciones propias y clásicos de toda la vida, era más que bienvenido por unos cuerpos ateridos por el frío nocturno.

Con la que está cayendo, más de uno soñábamos con lanzarnos a la carretera, salir de esta oscuridad a la que nos lleva la gentuza que nos dirige y encontrar calor en cualquier honky-tonk al sudor de una música que sirve para soñar con otros tiempos y otros lugares.

Tres fechas le quedan aún, no te lo pierdas.

09/02 – Madrid – Gruta 77

10/02 – Valencia – Durango Club

11/02 – Barcelona - Sidecar


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