La caverna, lejos de otros significados mediáticos, tiene un especial panteón en la historia del pop y el rock. No sólo por lo que supuso la sala de Liverpool donde comenzaron su conquista del mundo los cuatro fantásticos. También porque los sonidos cavernosos han sido santo y seña del rock más primitivo, aquél que enlaza con nuestros instintos más animales, es decir, su pura esencia. (...)
The Hustlers entienden el rock como un directo pinchazo en la médula espinal, beben del garage más socarrón y cavernario y lo trasladan a escena entre agudos guitarreros y graves rítmicos. Los bilbaínos han recorrido el camino que se debe esperar de un grupo aún sin grabación oficial: su mejora desde hace un año es simplemente contundente. Como contundente es su sonido, que bebe igual de Sonics y Cynics (Sir James es el Gregg Kostelich local) que del halo místico y demente de 13th Floor Elevators o las jamadas de coco de Sky Saxon. Y cuando se acercan a sonoridades más clásicas americanas, salen más que airosos, entre ese rock de raíces y la experimentación vía Velvet.
Pero además, The Hustlers poseen un elemento diferenciador: Screaming George Hustler (Jorge para los amigos), un frontman como hay pocos en el panorama nacional, un cruce entre Lux Interior, Nick Cave e Iggy Pop capaz de acaparar la atención del respetable como el demente predicador de una secta logra la obediencia total de sus acólitos. Todo un animal de escenario.
Y lo de montarse una secta es algo que deberían plantearse seriamente. No lo digo en broma.
Con los tímpanos aún en pleno proceso de reconversión, tomaron el escenario los barceloneses Mujeres. Que con ese nombre, siempre tendrán que aceptar el chiste fácil: poner la miel en la boca para encontrarte en escena con cuatro tipos tirando a feos pero con la enfermedad del ruido en sus venas. Metamos en una coctelera a Black Lips y Strange Boys, añadamos un mucho de Ramones y de las melodías vocales de los Beatles, agitémoslo todo con el muro de sonido de Spector, y obtendremos Mujeres.
Si a esto añadimos que cuando te presentan una balada, arrancan con una joya que bebe en Buddy Holly sin abandonar el muro Spector, que comprendes su nombre cuando suenan ecos de las Shangri-Las a cada segundo o que son capaces de convertir el Run, run, run de la Velvet Underground en puro beat distorsionado, no puedes dejar de desear tener 30 años menos.
Y como es habitual en las bandas que se mueven en terrenos garageros, sus incursiones internacionales son habituales, preparando ahora mismo su viaje a Austin para participar en el South By Southwest (SXSW), ese evento que se ha convertido en la meca de todos aquellos que entienden el rock como pasión.
Pues eso, que un sábado en la caverna rejuvenece al más demacrado.
Suena la corriente: "L.A." - Mujeres
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