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lunes, 2 de abril de 2012

Lambchop
Sala BBK, Bilbao (31/03/2012)
Música y silencios


Dos caras de una misma moneda. Una moneda que damos en llamar rock, porque somos seres que necesitamos nominar todo, y especialmente aquello que no podemos explicar. Aquello que sentimos, vivimos, lloramos y reímos, pero que se nos escapa a nuestro torpe lenguaje de signos. Y eso es lo que tuvimos el sábado por la noche en Bilbao. Vida, la tuya, la mía, la de Kurt Wagner y la de Willie Nile, grises o apasionadas, rutinarias o coloridas. Pero vida. Y vamos a tratar de revivir algo, un poquito al menos, de lo que queda en nuestra piel. (...)


La música, sea rock, folk, clásica, tango, no es otra cosa que una sucesión de acordes, melodías y notas rompiendo el silencio. Porque el silencio es parte de nosotros, aunque no lo queramos admitir, porque nos da miedo, nos deja con nuestros demonios, con nuestras ideas, con nuestro cerebro intentando abarcarlo todo y consiguiendo llegar a nada. Y llenamos ese silencio con ruido o con notas. Pero si en la música conseguimos que el silencio sea un instrumento más, una porción del todo, entonces somos capaces de alcanzar un estado de ensimismamiento, de perfección sentida, que, aunque sea por un momento, por un instante, nos hace sentirnos felices. Eso a lo que todos aspiramos, y que solo alcanzamos puntualmente. Durante unos segundos. Y entonces, somos plenos.

No creo recordar ni un solo concierto en mi vida, durante los 30 años que llevo viviendo música en directo, donde el silencio de la audiencia haya sido tan sepulcral y respetuoso que ha llegado a formar parte de la propia música, de las propias melodías que siete personas estaban creando desde un escenario. Siete personas en estado de gracia, siete malabaristas de la felicidad, siete seres capaces de regalarnos eso que todos anhelamos. 

Lambchop son peculiares hasta en su puesta en escena. Formando un semicírculo en el escenario, distribuidos de izquierda a derecha batería, bajo, guitarra y teclas, segunda voz, steel guitar, piano y Kurt Wagner, con su voz, fraseo y guitarras tan propias. Un semicírculo que permitía que todos los músicos pudieran verse y sentirse entre ellos y que conseguía, como por arte de magia, que nosotros, el público, la otra parte necesaria para conseguir la comunión perfecta, fuéramos parte del todo, conseguía que estuviéramos en el mismo centro del semicírculo. Hasta respirar se antojaba difícil, no fuera que rompiéramos la belleza de lo que se estaba creando. Así, aprovechábamos las pausas entre canciones para tomar aire, como ese octavo músico en que nos habíamos convertido.

Y mientras Lambchop desgranaba una por una las canciones de su última obra maestra, Mr. M, un canto melancólico, melódico y sentido a la ausencia, nos imaginábamos con nuestro whisky, en nuestro sofá y con la piel del cuerpo amado rozando la nuestra. Ni más ni menos, nos sentíamos plenos junto a esos siete músicos. Y esa es su grandeza.

En ausencia de los elementos orquestales que acarician el disco, Lambchop llevó las canciones a un lugar nuevo, entre el jazz, el pop íntimo, la austeridad instrumental a pesar del número de ejecutantes, que las dotaba de un nuevo ángulo, un punto de vista diferente que ya se intuye en la grabación. Y alcanzan cotas de sensibilidad extrema cuando suena Gone tomorrow, un clásico desde que se publicó Mr. M, o cuando Nice without mercy se convierte en un majestuoso paseo espiritual con unos coros de Cortney Tidwell contrapunteando la voz grave y el fraseo hipnótico de Kurt Wagner. O cuando abandonan Mr. M y te encuentras frente a frente con My blue wave o esa joya que es Up with people, o presentando The Saturday Option como hablemos ahora de sexo, y ahora sobre cerveza con The man who loved beer. Y cuando se despiden con I threw it all away y eres consciente que el semicírculo se cierra sobre ti, que Dylan, Nashville y Lambchop son un todo.

A pesar de la grandeza de lo vivido, y del seguro exceso de lo contado en este texto, sientes que has estado en casa, en la tuya, como he dicho, con tu whisky y la piel que quieres. Y las charlas entre el pianista Tony Crow y Kurt Wagner han sido distendidas, alegres, simpáticas, las han hecho en tu casa, en tu salón, en tu sofá, porque simplemente te has reunido con siete músicos y unos amigos a charlar sobre música.

Sobre música y silencios.

(Continuará…)

Suena la corriente: "Up with people" - Lambchop


4 comentarios:

  1. Cosa bonita de crónica master, lo ves lo dije, eres capaz de captar ese silencio, ese sublime silencio, necesario para ser libre con la música. Un abrazo y hasta el miércoles, esto es un sin vivir...

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    1. Joserra, gracias, es que ese silencio nos capta a nosotros!
      Y nos veremos mañana, que hay muchas ganas.

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  2. Gran actuación la de Lambchop, nos dejó un excelente sabor de boca. Gracias por tu crónica y por darle voz a los eventos de la Sala BBK.

    Un saludo del equipo de Volar con la Sala BBK.

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    1. Gracias a vosotros por pasar por aquí y por la programación.
      Estamos en contacto.

      Un saludo.

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