martes, 15 de mayo de 2012

The Barracudas
Mañana, sol y buen tiempo


Ahora que parece que comienza a estabilizarse el tiempo, que tras casi un mes de no ver el sol éste ha decidido quedarse, tal vez podemos comenzar esas rutinas que anuncian la temporada veraniega. Las faldas se acortan, las mangas se remangan y los espíritus se asilvestran. Y el Río, que es parte de la masa (como bien ha demostrado en muchas ocasiones), no se queda atrás. Y entre otras cosas, comienza la rutina del desempolve de discos básicos para estos tiempos. (...)


Si además añadimos que son tiempos de congoja, tiempos en que pensar que un político o banquero puede inquietarse ante la posibilidad de que un país se vaya al carajo es un acto de infantilismo extremo, tiempos en los que estamos más solos que nunca, bien venidas sean melodías que ayuden a olvidarnos un rato de estos tipejos. Si el futuro lo tenemos más que negro, que nos pille en pleno baile. Si el no future por fin ha llegado, que nos pille sin confesar.

Y como casi todos los años, hay un disco que siempre apetece escuchar en la terraza, en el coche al sol, en los cascos paseando con las playeras más viejas en los pies. Uno de esos discos que suponen un debut maravilloso (algún día debería hacer una lista de los mejores discos de debut según el Río Rojo, ya que empieza a convertirse más en una obsesión que en un juego). Drop Out with The Barracudas agrupaba una serie de singles que habían ido apareciendo desde 1980, pero mantenía una sólida consistencia como obra propia. Era 1981, época en la que el punk ya anunciaba la llegada de las hordas siniestras, y The Barracudas volvían sus miradas a 1965, cantándolo sin remilgos en (I wish it could be) 1965 again, y anticipando el advenimiento del revival garage que comenzaba ya a despuntar. Todo ello les hizo enormemente populares en este país, donde tocaron infinidad de veces, grabaron discos en directo y se convirtió casi en su segunda residencia.

Y te das cuenta que ya han pasado más de 30 años de aquello. Santo cielo, es lo único que me atrevo a decir. Más de treinta años. Y sin embargo, Drop Out me sigue sonando fresco, adictivo y emocionante. Desde Londres, Jeremy Gluck a las voces y Robin Wills a las guitarras y voces habían sabido conjugar sus influencias. Gluck más ladeado hacia la senda marcada por The Beach Boys. Wills, con The Flamin’ Groovies en mente. Y David Buckley al bajo y Nick Turner a la batería (que habían entrado tras la grabación del primer single) admitían jocosamente ambas tendencias. Y escuchando Drop Out te sientes en la playa al vibrar con Summer Fun, His last summer y On the strip, disfrutas con el puro power-pop de I can’t pretend o Somebody, con el cristalino tono de las rickenbacker rindiendo tributo a The Byrds en We’re living in violent times y I saw my death in a dream last night o paseas por la psicodelia de Codeine.

Un disco redondo, un debut redondo, un grupo redondo. Porque aunque no formaran parte de esa platea mediática, la influencia que tuvieron en muchos de nosotros fue mayúscula. Y su segundo disco de estudio, Mean Time (1983) avanzaba en esta influencia. Para muchos su mejor disco (yo me considero incapaz de elegir entre ambos), contaban con un sueño hecho realidad: la incorporación como miembro estable de un auténtico Groovie, Chris Wilson, que junto a Gluck y Wills (con Jim Dickson al bajo) compondría la tripleta clásica de la banda, internándose en un sonido mucho más americano, convirtiendo sus tonadas arropadas con las guitarras de doce cuerdas en guía para bandas que comenzaban a salir de debajo de las piedras, a falta de garajes. Y si no, basta con disfrutar de canciones como Ballad of a liar, Bad news o Grammar of Misery.

La carrera de Barracudas a partir de ahí fue un continuo subeybaja, en la que cada miembro apuraba sus influencias en proyectos paralelos, como en el que participaron Robin Wills y Chris Wilson, The Fortunate Sons, dejando constancia desde el mismo nombre de su amor por una música que compartimos.

Y ahora que llega el verano, no olvidemos que The Barracudas siguen vivos. Llegaron a tocar a finales del año pasado de nuevo por España, y a pesar de no saber nada de su estado de forma actual, me niego a pensar que sean un simple ejercicio de nostalgia (aunque no he leído buenas cosas). La trayectoria de sus componentes y las emociones que tipos más viejos que jóvenes como yo seguimos sintiendo al bailar una joya redonda como Summer Fun no pueden caer en saco roto.

Mañana, sol y buen tiempo.

Suena la corriente: "Summer fun" - The Barracudas



4 comentarios:

  1. Joer, amigo, los Barracudas, vaya telaaaaa,... han formado parte imprescindible de una etapa gloriosa de mi vida. Los ví en directo hace un montón de años, a principios o mediados de los noventa, no recuerdo bien. Ese rollete entre Beach Boys, Ramones y los Groovies me atrapaba, los voy a recuperar. No me extiendo con anécdotas del "Summer fun" pero se me extiende una sonrisa. Abrazos.

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    1. Es que, al menos en España, los Barracudas son parte de la formación musical de mucha gante.
      Yo también los vi en directo en su plenitud, y es algo que no se olvida.

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  2. Que maravilla los Barracudas, no me canso de de escucharlos: la frescura de "drop out", el pop de esencia Groovie de "Mean Time" o "Endevour", incluso su "Wait for everything" de los 90 me flipan. Como bien dices, tocaron a finales del año pasado y me acerqué a verles. Fue un concierto irregular, al parecer Jeremy Gluck no estaba muy centrado, pero solo ver a Chris Wilson, Wills y Gluck como atacaban todos esos clásicos imborrables se te ponían los pelos de punta. Se agradece la reivindicación.

    Saludos

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    1. Sí, había leído que no estaban en su mejor estado de forma.
      Pero siguen siendo muy grandes.
      Les recuerdo en directo en sus mejores tiempos.
      Y tampoco olvido en un garito de Malasaña, set en solitario de Wills y Wilson. Ah, qué tiempos!

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