Tal vez sea coincidencia que estos días hayan copado el reproductor los nuevos discos de Jack White y Brendan Benson. Vale, han salido casi a la vez, aunque no dudamos que su recorrido comercial va a ser bastante divergente. Y sin embargo, poco creemos en las coincidencias. Así que el bueno de Benson, ay, acaso tratando de aprovechar la estela... (...)
Y es algo legítimo. Su participación en The Raconteurs le ha dado una visibilidad que antes no tenía, salvo entre ciertos grupos de seguidores del buen power-pop. Porque antes de participar en el proyecto junto a Jack White, ya había editado a su nombre tres discos. Y dos de ellos son dos auténticos pelotazos pop de esos que tanto nos llegan. Lapalco (2002) y The alternative to love (2005) están trufados de canciones con mayúscula, con nervio y guitarras, con urgencia y melodía. Canciones como ese Spit it out que habría el segundo tendrán para siempre un lugar entre los surcos memorables.
Ahora nos presenta su quinto trabajo, What kind of world, editado por su propio sello, Readymade Records. Y para su grabación ha contado con la participación de los Posies Auer y Stringfellow entre otros. Porque sus influencias siguen siendo las mismas, las que pasean entre The Who y Beatles y descansan entre Raspberries y Romantics y caminan actualmente junto a propuestas similares, como Fountains of Wayne. Y sin embargo, el disco no es un nuevo Lapalco, ni un redivivo Alternative to love. No llega a aquellas cotas, posiblemente porque los momentos cumbres son difíciles de igualar.
Y posiblemente también porque Brendan Benson ya tiene 41 años, tiene familia y ha entrado en ese tan temible proceso de madurez. Madurez que en muchas ocasiones está mal entendida. Puedes ser un soberbio compositor continuamente en busca de la urgencia juvenil sea cual sea tu edad. A los clásicos me remito.
Sea como fuere, What kind of world no es un mal disco, sobre todo en la excelente segunda mitad, superando algunos devaneos con ese temible AOR, ese rock tan de moda en los 80 y 90 dirigido a las FM americanas centradas en un público adulto que no busca complicaciones y sí simplemente compañía exenta de riesgo. Porque Bad for me o Pretty baby me parecen flojas. Pero están acompañadas por otras canciones meritorias, como la saltarina Happy most of the time (esas guitarras puro Townshend), los ramalazos de pop ochentero de Here in the deadlights, Met your match o Come on y la beatleliana No one else but you. Y cierra el disco con On the fence, abriendo nuevas sonoridades más cercanas a The Band o la Creedence, un country-rock que deja un excelente y feliz sabor de boca.
Cierto que no es su mejor obra, que hay que darle tiempo y escuchas, pero también cierto que produce momentos de placer.
Ah, y unas ganas locas de volver a escuchar Lapalco y Alternative.
Suena la corriente: "Here in the deadlights" - Brendan Benson
Suena la corriente: "Here in the deadlights" - Brendan Benson
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