Hay cosas que tienen difícil explicación. Por un lado, que alguien que en unos meses cumplirá 63 años pueda seguir regalando un derroche físico y anímico de tres intensas horas de emoción. Y por otro lado, que esa misma persona pueda saber tanto de mí sin conocerme. Ya tomé prestada la frase hace años, pero ahora la recupero: cómo puede una persona saber tanto de mí? Cómo es posible que en cada verso, en cada canción, en cada emoción, me esté hablando de cosas que me son tan íntimas, que hable de mis miedos, de mis soledades, de mis ansiedades, de mis alegrías? Cómo es capaz de conocerme de esa manera? (...)
Y lo inquietante es que cada persona que acude a un concierto de Bruce Springsteen y que alguna vez se ha metido en las profundidades de sus letras, de sus canciones, siente lo mismo. Me habla a mí, pero también le habla al de al lado. Y me asombro de que hable de mis cosas, como lo hará de las de mi querido hermano. Acaso todos tengamos vidas similares. O tal vez, es la esencia de los demiurgos.
Prefiero pasar de puntillas por la parte más física. Pero ahí está, es un hecho. Con sus 16 años más que yo (ja, y a veces le trato como padre) está en un estado que ya lo quisiera para mí. Pero no sólo es su resistencia. Su voz, como tanto hemos escrito a la hora de analizar Wrecking Ball, tiene en estos momentos una potencia, profundidad y seguridad como hacía tiempo no oíamos. Su guitarra adquiere una presencia en directo esencial. Y su banda, la E Street Band, a la que tantas veces se ha estado enterrando en los últimos tiempos, vuelve a rugir como solía. Posiblemente, sea el mejor homenaje que pueden ofrecer a los desaparecidos Danny Federici y Clarence Clemons. Del sábado, no podré olvidar la contundencia y efectividad exenta de florituras de la batería de Max Weinberg, y sobre todo, la emoción, contenida y explotada, del piano de Roy Bittan. Cada nota de sus teclas suponía una arruga más en el corazón.
Pero lo esencial es la parte más emocional. Soy incapaz de escribir un texto académico y objetivo sobre el concierto. Estarán otros medios para eso. Y sencillamente no puedo hacerlo porque el torbellino de emociones es muy superior al análisis cerebral. Springsteen ofrece en esta gira un show profundamente rock’n’soul, ganando la partida a otros aires más verbeneros (recuerdo el fallido concierto en el mismo escenario en 2008). Y me habla directamente cuando bajo una lluvia inmisericorde comienza con Who’ll stop the rain?. Ah, canalla, ya lo intuíamos, pero vas tú, y lo disparas. Me interpela cuando me habla de lucha en Jack of all trades o cuando describe esa mezcla de indignación y miedo al presente y al futuro en las canciones de Wrecking Ball. Me llega al alma cuando me canta soul, en una maravillosa versión de My city of ruins, y acto seguido se cala la gorra de gato callejero para un Spirit in the night que es puro, puro, puro soul. Está negro, muy negro el cabrón. Luego me da unas intensísimas Adam raised a Cain y Prove it all night y en ambas su guitarra y la de Stevie Van Zandt demuestran que no están viejos sino cabreados. Es capaz de intercalar un excelente Shackled and Drawn entre las alegres Working on the Highway y Waitin’ on a sunny day, que a pesar del caramelo, no molesta. Y finaliza ese momento con esa delicia de puro pop, esa cancioncilla que se te mete y nunca te suelta, ese Save my love que sientes tuyo.
Y luego me abofetea. Y de qué manera. La bofetada con más cariño que he recibido nunca. Tres canciones seguidas que posiblemente se hayan convertido en uno de los momentos más intensos que he vivido en un concierto de Springsteen. The River, la emoción más desoladora que jamás he sentido con una canción, la oscuridad más angustiosa ante una vida que nos marca el camino por sí misma obviando nuestros deseos, en una versión que unida al piano callejero de Backstreets y al mejor Badlands de los últimos años, despojado del cariz populista, terminan por machacarme. Soy perro viejo, crítico (pero comprensivo) últimamente con muchas cosas del de New Jersey, pero lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a conseguir que mis ojos estén vidriosos, y no por la lluvia. Supongo que hay gente que jamás lo entenderá, pero sé que los amigos que en ese momento me acompañan, y otros a los que quiero, repartidos por el estadio, sí. Ellos saben que no me tengo que avergonzar. Porque ellos también lo han sentido tantas veces…
Y aún queda el final, con los dos Born, in the USA y to run, duros y directos. Y el, no por leído menos esperado, Tenth avenue freeze-out. …and the Big Man joined the band. Y la banda se que queda quieta, callada. Y Clarence Clemons dirige sus ojos negros, y nos mira. Me mira.
Tal vez no haya sido el concierto más mágico que le he visto. Pero ha vuelto a hablarme. Y yo a caer, seguramente, en el caramelo.
Pero qué coño. Si ellos se desnudan, yo también.
Set list completo - Estadio Anoeta, Donosti, 02/06/2012
Suena la corriente: "The River" - Bruce Springsteen
Set list completo - Estadio Anoeta, Donosti, 02/06/2012
Suena la corriente: "The River" - Bruce Springsteen
Haces bien en no avergonzarte.Ha sido un concierto muy especial, espléndido y muy, muy... emocionante
ResponderEliminarLas emociones son así, y da gusto vivir con ellas!
EliminarA mi también me habló, me habló como hijo. Este padre conoce muy bien a sus hijos, ha sabido plasmar la vida en sus versos, pero no la vida pirata, la vida tal cual es, la tuya y la mía. Con diferencia también fue uno de los mejores conciertos que nunca he vivido. Excelente reseña, a la mierda la objetividad. Saludos
ResponderEliminarChals, hay objetividades que sobran! Bien lo sabemos!
Eliminara mi también me habló,y eso que estaba con mi mujer, que también le habló. y habló de nuestras cosas, de antes y de ahora.
ResponderEliminarClaro, lo importante es que escuchamos...
EliminarComprendo perfectamente lo que dices, a muchos nos pasó lo mismo, la madre naturaleza, disfrazada de lluvia, esta vez perdió, perdió contra la emoción desbordada de los que allí estábamos y perdió ante el Boss que canalizaba y distribuía esa emoción... Cierto, lo ha vuelto ha hacer.
ResponderEliminarSaludos.
Je, decía Steve Van Zandt en su twitter que los conciertos bajo la lluvia son muy especiales.
EliminarDe verdad, llovió?
(Casi) ni me enteré.
El boss es siempre emocionante. Quizás es al tipo al que he visto más veces en directo.
ResponderEliminarY lo mejor, Paco, es que no importa seguir viéndole en directo. Casi nunca defrauda.
EliminarYo tuve el placer de verlo en Barcelona,era la primera vez, fue maravilloso ,. Maravilloso es el como cantante y como persona . Maravilloso todo lo que escribe. Grande es muy grande.
ResponderEliminarPues me alegro que le vieras allí, porque las cosas que he leído de sus conciertos en Barcelona esta gira son todas espléndidas.
Eliminarde´verdad, no se k mas decir, lo comparto todo, dichas palabras y emociones, solo se pueden compartir con gente k le ha visto y k le sigue un poco, y se molesta en saber algo de sus vivencias y de sus letras. Para mi fue muy, pero que muy emocionante este concierto, y lo k dicen por aki, ¡¡¡ llovio !!!, solo acabe empapada de emocion, de saltos, de pelos de punta, en fin...... el k no lo entienda, se lo pierde. GRACIAS
EliminarA tí, Marta, por sentirlo!
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