Hoy debería haberse publicado aquí una crónica del concierto que ofreció ayer en Bilbao
John Hiatt. Debería, si la vida fuera como nosotros la imaginamos. Pero la vida, esa perra que tantas veces nos ha puesto los cuernos, que tantas veces nos ha levantado, hundido y vuelto a levantar, y de la que, a pesar de todo, continuamos profundamente enamorados, tiene sus propias reglas, escribe sus propios textos, canta sus propias canciones. Y nosotros, ilusos novios repletos de esperanzas, tratamos de seguir su compás.
Así que debería haber una crónica de un concierto que fue. Pero la entrada quedó oculta en un bolsillo de un raído pantalón. Asuntos familiares y vistas a esa cárcel de la salud que nos empeñamos en llamar hospital tuvieron la culpa. Nada grave. Pero uno tiene el alma dividida en muchos frentes, y cuando llega el momento de elegir, no hay ninguna duda. Aunque el concierto fuera, y yo no fui. (...)