Habitualmente hemos repetido en el Río que preferimos conciertos en salas pequeñas, de las de sudor y alcohol, de las que antaño rebosaban humo de tabaco por todas sus paredes. Sin embargo, hay ocasiones en las que un marco más ceremonioso engrandece el espectáculo. Y no concebimos mejor lugar que el Palacio Euskalduna para haber disfrutado de Bon Iver, en un concierto que fue mucho más allá que un simple espectáculo de rock, y, al mismo tiempo, fue la esencia de lo que significa un concierto. (...)
Uno trata de mantener cerca un diccionario de sinónimos para evitar la reiteración de epítetos mayúsculos. Pero sabe de su fracaso. Así que al igual que ayer Bon Iver en Bilbao, comencemos a lo grande. Este cronista, que lleva más de 30 años asistiendo a conciertos de todo tipo de grupos y en todo tipo de salas, pocas veces ha visto un show de la calidad y con el impacto del presenciado ayer. Tratas de mantener una cierta distancia, pero todavía te sientes abrumado, asombrado, anonadado.
Y digo comenzar a lo grande como hizo Bon Iver. Comenzar con la interpretación que realizaron de Perth, la canción que abre su segundo y homónimo disco, brutal, agónica, delicada y a la vez con una fuerza sobrenatural, y finalizada con lo más cercano a una explosión atómica, sólo podía anticipar dos caminos. O el concierto iniciaba una cuesta abajo incapaz de superar un inicio tan primoroso, una de las mejores aperturas que hayamos escuchado, o el concierto mantenía su línea, en un imposible crescendo, convirtiéndose en un acontecimiento del que se iba a dar cuenta durante muchos años. Y visto lo visto, no hay duda que el destino, un autor mayúsculo y una banda en estado de gracia nos llevaron por este segundo sendero.
Se hace verdaderamente complicado tratar de trasladar al ausente lo experimentado ayer. Nueve músicos sobre las tablas, con una puesta en escena propia de un teatro de ópera como en el que estaban, y un décimo componente esencial (más allá del público, apocado y empequeñecido ante lo que se les venía encima): uno de los juegos de luces más exquisito que nunca se haya visto. Obviando la simple iluminación de los músicos, las luces se convertían en el décimo componente de la banda, recreando el ambiente necesario para cada canción, ya fuera una desvencijada catedral, un barracón abandonado, la sala donde celebra sus ceremonias secretas una logia, la brutal naturaleza o simplemente el infierno.
Y, sin embargo, el espectáculo visual estaba tan delicadamente engarzado en el conjunto, que en ningún momento opacaba la música, la esencia. Y es aquí donde quedaban desterradas las diferencias estilísticas: no era folk, no era rock, no era soul, y al mismo tiempo, lo era todo. Era MÚSICA. Era un ramillete de canciones en el mismo estado de gracia que un Justin Vernon convertido hoy en uno de los compositores más versátiles, imaginativos y emocionales del panorama musical. Enlazando el brutal comienzo de Perth con la emoción de Minnesota, WI, la extraordinaria aparición de los vientos en Flume, el sentimiento de Holocene acompañado del impresionante solo de guitarra en Blood Bank, ese inicio del trombón en solitario para una espeluzante Creature fear, anticipando un final explosivo, la delicadeza de Vernon en solitario en Re:Stacks,… Todo era pura belleza musical. Todo era pura experiencia visual.
Y anunciaban el final con Skinny love interpretada por los nueve extraterrestres en solitario fuera del escenario, captando la esencia de esa belleza, para despedir la gloria con For Emma, una de las canciones de desamor más impresionantes escuchadas sobre un escenario.
Pocas experiencias musicales pueden deparar estos tiempos equiparables a Bon Iver. Y se convierten en una luz cegadora ante el desolador panorama que nos rodea.
Este texto caerá irremisiblemente en la grandilocuencia ante la dificultad de expresar lo sentido.
Justo lo contrario que Bon Iver.
No conozco su primer trabajo, de hecho desconocía que su disco homónimo fuera su 2º disco. Lo busco ipso facto, no sé si será de idéntica calidad, pero este último me tiene totalmente encandilado.
ResponderEliminarSu primer disco, For Emma, forever ago es de una belleza que duele. Búscalo sin falta!
EliminarTotalmente de acuerdo. Exquisita crítica. Yo estuve allí y fue algo virtuoso, cálido, envolvente... (No tengo conmigo el diccionario de los sinonimos...).
ResponderEliminarConciertazo que se marcarón.
A mi me llega más su primer album, pero el segundo es sublime.
Tú lo has dicho, Ma, tres adjetivos de los miles que podemos usar... con o sin diccionario!
EliminarGracias por el comentario!!!
TERRIBLE
ResponderEliminarSe puede decir más alto, pero no más claro.
Al salir del concierto comentaba con un amigo que no volveremos a ir a ningún otro concierto, todos nos parecerán poca cosa después de lo de ayer(obviamente seguiremos yendo a conciertos)
Todavía se me ponen los pelos en punta, y es verdad!
De punta, mirando al cielo.
Que intensidad, no podía ni gesticular, solo había una enorme sonrisa en mi rostro durante 90 minutos.
El inicio con Perth fue de otra galáxia, y quién no asistio al concierto nunca lo comprenderá.
Ay, ya sé, claro que seguiremos yendo a conciertos, porque es la única forma de encontrarte acontecimientos como el de ayer!
EliminarY creo que esa sonrisa estaba en la mayoría de los rostros!
Y sí, con Perth nos dejó a todos sentaditos y diciendo, ahora vais a ver...
Un saludo!
Yo tambien estuve alli!!!es algo que me jactare de decir durante mucho tiempo...cuando una acude para ver por primera vez en directo a alguien que te ha acompañado en la intimidad de tu casa, de tu coche y de tu dolor durante algunos meses, siente mucha expectación, mucho miedo de verse decepcionado...solo puedo decir que el directo fue esa experiencia intima que siempre vivo al escucharlos elevada a la maxima potencia, multiplicada por 3000, la riqueza de instrumentos, el espectaculo visual, esos momentos psicodelicos que me hicieron dudar de si me habian puesto algo alucinogeno en el botellin de agua que tenia en la mano, lo grandioso de su presencia...y todo ello sin perder un apice de intimidad, de conexion privada con el sentimiento comun de la audiencia puff un publico extasiado y anhelante, era incapaz de permanecer sentada en mi asiento; ese bis con Skinny love casi a capella y nosotros haciendo los coros fue sublime!!! vamos. que no me planto en Barcelona porque se han agotado las entradas, pero...que me esperen en Madrid!!!
ResponderEliminarLo bueno es eso, haberlo sentido, y cada uno interiorizado a su manera!
EliminarGracias por compartirlo.