Hora de echar un poco el freno. Llega la época vacacional por excelencia, y salvo las fiestas patronales de cada localidad cercana, el mundo del directo se toma un parón. Porque vaya mes largo llevamos. Desde que comenzó el Azkena, ha sido un sinvivir. John Hiatt y el concierto al que no fui, Dylan en el Guggenheim, el BBK Live, el Jazzaldia con Alabama Shakes, Dayna Kurtz y Sharon Jones, y el caramelo final del impactante show de Bon Iver en el Euskalduna. (...)
Así que como hemos dicho en más de una ocasión, toca volver a las miserias diarias. A sentir cómo nos siguen estafando, cómo políticos, financieros y manipuladores continúan aireando su burbuja con el oxígeno que nos quitan a nosotros. Cómo nos empobrecemos y aún así nos culpan de ello. Porque ellos siguen sintiéndose por encima del bien y del mal. Y no se van a canibalizar a sí mismos si a mano nos tienen a nosotros. Presas fáciles. Prestas para ser fagocitadas.
Pero si estas miserias las adornamos con guitarras hirientes, mejor. Y si estas guitarras, además de salvajes, son de las que no se callan, de las que patean culos bienpensantes, doble placer. The Last Internationale vienen de Nueva York, y dicen estar dispuestos a luchar por cambiar este jodido mundo. Relacionados con movimientos anarquistas, indigenistas, anticapitalistas, obreros, no dudan en proclamar que si el capital gana, nosotros perdemos.
Vale, vale, ya sé que pueden resultar maniqueos, y que su ingenuidad ante la posibilidad de poder cambiar el mundo es cuando menos, eso, ingenua. Porque a veces uno llega a la conclusión de que esto ni se crea ni se transforma, se destruye.
Pero desde luego, resulta mucho más embriagador escuchar esas proclamas entre salvaje blues agónico y garage gutural que rodeados de un perro, una flauta o una cresta. Beben de las mismas fuentes que quienes ahora mismo están actualizando el viejo blues urbano a golpe de guitarra y esencia punk: The Black Keys, The Kills, o, especialmente en su caso, Jack White y sus White Stripes. The Last Internationale se afanan en repetir en cuanta entrevista realizan que no habían escuchado a los Stripes cuando comenzaron a cometer sus fechorías, simplemente estaban imbuidos del mismo espíritu, del que bebe de Howlin’ Wolf, del que come de Elmore James, del que sueña con Chrissie Hynde, del que grita con Patti Smith, del que combate con The Clash, del que reacciona con Woody Guthrie.
Su segundo disco, del año pasado, lleva por explícito nombre Choose your killer. No necesita explicación. Y hace un mes, coincidiendo con la gira que comenzaron por la península, presentaban el video de la canción Life, Liberty and the Pursuit of Indian Blood.
Cierto, lucha de manual, imágenes de archivo que en muchos casos dan igual grima que las supuestas fuerzas del orden.
Pero un grito refrescante y adecuado para estos días.
Garage-blues contra el sistema!
Yeah!
GREAT CHOICE... for great talent , such as =THE LAST INTERNATIONALE =
ResponderEliminarRight!!!
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