Que tus influencias naturales estén a caballo de dos décadas hace que buenamente puedas posicionarte con un pie en cada una de ellas. Lo que no es óbice para que cuando quieras metas los dos de lleno en una u otra. Total, qué mas da, las líneas temporales están para pasear por ellas, no dejan de ser carreteras que nos llevan de un punto a otro, pero en las que nosotros marcamos el camino, las paradas y la velocidad de crucero. (...)
Cuando el año pasado incluíamos el anterior disco de Buffalo Killers entre lo mejor de la cosecha, lo hacíamos porque la cadencia de sus notas, de sus sonidos, de sus canciones, tiene un poder hipnótico que poco a poco va aumentando en capacidad de control. Sí, bien, siendo un grupo que se mira a sí mismo en un espejo capaz de devolver la imagen cuatro décadas atrás, saboreamos de antemano lo que vamos a probar. Pero acertamos sabiendo que el sabor está ahí, la esencia de los diversos alimentos que combinan dan como resultado un plato perfectamente equilibrado.
Y si 3 se plantaba en la fina línea que separaba (o juntaba) los 60 con los 70, Dig. Sow. Love. Grow. parece tener los pies, la cabeza y el alma en pleno 1973. O 1974, o 1972. A pesar del título, hemos regurgitado ya los jugos gástricos de la revolución del amor y la paz, y nos adentramos en terrenos en los que el blues marca el camino introspectivo, en los que las tórridas sesiones que cada banda recrea sobre un escenario son modelos de expansión sensorial. Pero no nos equivoquemos. Buffalo Killers no son una jam-band, sus aristas no son exclusivamente deudoras del hard blues, del southern rock, sus orígenes centrados en el garage y la psicodelia campan a sus anchas y ofrecen un cuadro mucho más ecléctico. Y menos atorrante.
Es como si conscientes del barbecho en que están (y parece que estarán durante un tiempo) The Black Crowes, los hermanos Gabbard quisieran ocupar parte del espacio que han dejado despejado, pero sin olvidar que volar con los 13th Floor Elevators (Hey girl) siempre es una aventura, que saltar con un Jagger aún envidiable y un Kiz certero (Those days) es algo semejante a un tesoro. Y así, acompañados por la inestimable presencia de Joey Sebaali, que empieza a convertirse en un batería fuera de lo común, golpeando parches en el lugar exacto donde deben ser golpeados, disfrutan su viaje por entre recuerdos a los viejos Allman, a los añorados Led Zeppelin, y, por qué no, a los más primitivos y alocados Pink Floyd.
No, constreñir un disco como Dig. Sow. Love. Grow. a un disco más de estilo sureño, es un error. Porque canciones como Get it, Farewell o Mysun (una absoluta maravilla), además de las ya nombradas, merecen esa carretera llena de paradas y fondas, de comida, bebida y amigos, de vías de servicio que nacen muchos kilómetros atrás y mueren donde uno quiera estacionar la furgoneta.
Suena la corriente: "Those days" - Buffalo Killers
Suena la corriente: "Those days" - Buffalo Killers
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