Ha ocurrido desde siempre. Joven artista de rock, que una vez alcanzado un estatus adecuado de éxito y prestigio, decide echar una mano a sus mayores influencias, aquéllas sin las que su carrera no hubiera sido la misma. Lo hicieron los Stones y lo siguen haciendo hoy mismo, desde Jack White con Wanda Jackson, Jeff Tweedy con Mavis Staples, Dan Auerbach con el último gran Dr. John,… La lista es muy larga. (...)
No siempre el recuperado lo es realmente. Hay casos en que nunca ha abandonado el trabajo de campo, aunque sin duda el rescate le acerque a otros públicos a los que haya escapado su proyección. Hablar de Andre Williams es hablar de la historia misma del blues, del R&B, del soul, del mismo rock’n’roll, con todo lo que ello conlleva, Fortune, Motown, Chess, vida crápula, sexo, drogas y un ramillete de canciones rasgadas por una voz profunda, gutural, capaz de cortar las membranas del más moderno altavoz.
Y hablar de The Sadies es hacerlo de una de las formaciones más representativas del advenimiento moderno del country-rock, si bien su excelencia les hace ser voceros del mejor garage, del mejor blues, del mejor rock’n’roll. Hoy en día, considerados por muchos como uno de los mejores grupos de rock en vivo del mundo, tampoco tienen mucho que demostrar. Ni Andre Williams la necesidad de ser rescatado, puesto que estos últimos años no ha parado de trabajar, a pesar de sus 75 años. Pero si rinden homenaje a uno de sus padres y éste se abre a colecciones alejadas, mejor que mejor.
Y ya comenzaron esa relación en 1999 con Red Dirt, lleno de ritmos country. En 2008 volvieron a contactar con Williams para repetir en lo que finalmente ha derivado en este Night & Day. Porque hace seis años, Williams, eterno vividor al límite, se encontraba metido en continuos procesos judiciales que le llevaban dentro y fuera de la cárcel cada dos por tres, además de muy deteriorado por las drogas. Hace unos meses, finiquitados sus problemas con la ley y las sustancias químicas, terminaron lo que habían empezado, encontraron a un Williams totalmente limpio, y comprobaron que las circunstancias habían cambiado como de la noche al día.
Y no, exceptuando Hey Baby! y That’s my desire, y en cierto modo ese maravilloso country/rockabilly I’ll do most anything for your love, que sabe a clásico desde la primera escucha, no es country lo que más reluce en el disco, sino todos esos otros palos en los que la voz de Andre Williams, maltratada y cascada, recita más que cantar, como siempre lo ha hecho en su carrera. Del soul/blues de I gotta get shorty out of jail, a los lamentos cercanos al último Cohen en America (you say “a change is gonna come”) o I thank God, el blues rasposo de The seventy year old (ya la quisiera Tom Waits, ya) o Mississippi & Joliet o el rock de sabor clásico de Don’t take it, One-eyed Jack y las reminiscencias al garage de Bored.
Con The Sadies, la dirección musical de Jon Spencer y las colaboraciones de Matt Verta-Ray (Heavy Trash), Dan Kroha (The Gories), Jon Langford (The Mekons) y Sally Timms y Kelly Hogan a los coros, el gutural vozarrón de Williams duele hablando de cárcel y del desafecto que le produce la actual sociedad de su país.
Y nosotros hablamos de la afección, y adicción, que nos produce un disco de los de escucha profunda y continua.
Suena la corriente: "One-eyed Jack" - Andre Williams & The Sadies
Suena la corriente: "One-eyed Jack" - Andre Williams & The Sadies
Un gran disco, una mezcla espectacular de la elegancia de The Sadies con la "experiencia" del bribón de Andre Williams, que además se mueve por diferentes palos con mucha solvencia.
ResponderEliminarsaludos
Tú lo has dicho. Y es que los viejos crápulas tienen muchas horas de vuelo!!!
Eliminar