Me preguntaba el otro día un buen amigo por qué no incluía en las reseñas de discos que se van publicando en Río Rojo una espacie de valoración rápida, ya sea con estrellitas o nota numérica, como referencia inmediata sobre si un disco ha gustado o no. Y el comentario derivó en discusión de las sabrosas, de las capaces de ocupar algo más que un rato rápido, de las que se acompañan de un buen trago y el placer de la charla. (...)
Y terminada la misma, no cedimos. No vamos a puntuar ningún disco reseñado en el Río, simplemente porque nos consideramos incapaces de hacerlo. Bueno, no es intención puntuarlos de momento, que mañana ya veremos de qué humor nos levantamos. Pero es que en estas aguas, ya el mero hecho de realizar reseñas de discos de recentísima aparición nos supone algo más que pudor. De alguna manera, siempre tratamos de decir que el comentario de marras no debería de ningún modo interpretarse más allá de la mera transcripción del estado anímico que nos ha producido las varias escuchas que del disco hayamos hecho. Porque a la hora de valorar un disco, podemos ahondar en la pericia instrumental o compositiva del trabajo, la actitud del grupo, las letras o el mensaje a transmitir, y, por encima de todo, las sensaciones provocadas. Esta última es al fin y al cabo la esencia de la música, el subjetivismo de las reacciones que nos provoca una melodía, unos sonidos, o un ruido, por qué no. Y en esa subjetividad reside la enorme paleta de estilos a la que nos enfrentamos.
Pero hay un elemento más allá de los citados que se nos antoja fundamental a la hora de la valoración definitiva de un disco: el tiempo. Y, ay, este elemento necesario es el que dejamos de lado. El verdadero valor de un trabajo musical está marcado por su evolución en el tiempo. Es pasados los años cuando sabemos si el calificado como obra maestra lo era de verdad, el menospreciado disco de transición era tal y el descalificado truño no contenía alguna clave oculta.
Cuántas veces nos hemos merendado años después algunos discos de indeleble recuerdo para asustarnos ante lo escuchado. Y cuántas otras hemos reafirmado lo sentido en su momento. Y el problema no creo que sea la ingente cantidad de música a la que uno tiene acceso hoy en día con Internet de por medio. Recuerdo cuando compraba los viejos números de Vibraciones, Rock Espezial o los primeros Rutas, ansiaba escuchar todos aquellos discos de los que hablaban, pero la ausencia de dinero (casi, casi como ahora) nos hacía volcarnos en las emisoras de radio que estaban por la labor. Hoy en día, aparte de la compra compulsiva, Internet, en cualquiera de sus facetas, te permite dicho acceso inmediato.
Pero no, no es la cantidad ni este consumo inmediato, es nuestra tendencia, y aquí no somos excepción, a pontificar sobre lo escuchado. Cierto que también quien ama la música siempre ha sentido la tendencia irrefrenable de traspasar sus descubrimientos a su entorno o sus pares, para al menos tener con quien compartirlo.
Pero tal vez lo justo sería que cada revista, blog, webzine, o lo que sea, tuviera, a partir de los 5 ó 10 años, un clon escapado del espejo, en el que se revisaran nuevamente los discos que se comentaron en su momento.
Nos llevaríamos sorpresas.
Y tendríamos el doble de trabajo, aunque seguiríamos sin un euro (si existen para entonces).
Suena la corriente: "Time is on my side" - The Rolling Stones
Suena la corriente: "Time is on my side" - The Rolling Stones
Cierto. El tiempo da y quita razones.
ResponderEliminarNos las da y nos las quita a todos, querido extraterrestre. Y hay que aprender a llevarlo encima (el tiempo, digo).
EliminarPuntuar discos es injusto, se puntúan conocimientos, no emociones. Además los buenos discos son los que para ti son un diez en el momento en que te están emocionando.
ResponderEliminarEl tiempo pone las cosas donde deben estar.Un abrazo!
Joserra, los que vivimos los discos como pura emoción nos entendemos.
EliminarAbrazos.
Verdad absoluta.
ResponderEliminarAmén.
Así sea.
Eliminar!00% de acuerdo. Gran reflexión.
ResponderEliminarGracias, Chals, y ese tiempo es el que nos falta!
EliminarMuy buena reflexión, cuantos discos hay que su día no me gustaron y pasado un tiempo (incluso de años), se han convertido en favoritos. Sin ir más lejos pongo el ejemplo del primer disco de la Velvet Underground.
ResponderEliminarUn abrazo!
Y al contrario, Pepo, cuantos discos nos gustaron en su momento, y años después, se han desinflado como un mal flan! Es lo que hay!
EliminarNos desinflamos nosotros compañero, no los discos ;)
EliminarMmmm, no sé si estoy del todo de acuerdo! Cierto que cada disco tiene su momento, y que cuando lo recuperas años después, los que hemos cambiado somos nosotros. Pero hay discos que sí son capaces de deslumbrar a la primera, y posteriormente, descubres que la luz no venía de dentro, sino que era una simple linterna. La consistencia no siempre se mantiene,o tal vez nosotros nos acercamos a él con ojos demasiado crédulos.
EliminarEs cierto, los discos también se agotan. Algunos hay que dejarlos reposar una temporada, otros se queman al cabo de unas cuantas escuchas, en cambio unos pocos permanecen, ajenos al tiempo, y es ahí donde está la magia tío!
ResponderEliminarEsto no quita para que la experiencia auditiva cambie (por lo menos en mi caso). Antes, de más joven, me compraba un disco y lo devoraba hasta que prácticamente me lo sabía de memoria. Ahora sin embargo, aunque me joda reconocerlo, la escucha no es tan intensa, pero al menos "es", que es de los que se trata (valga la redundancia).
un abrazo!
Tú lo has dicho, esa es la magia!!!
EliminarCierto que tras cada valoración siempre está la subjetividad de cada uno, sin olvidar además que tal subjetividad "se mueve" y es cambiante (aunque siempre dentro de ciertos márgenes propios). Pero también es cierto que hay algo objetivo que trasciende a esa subjetividad. Supongo que la mezcla de ambos componentes es lo que hace que la experiencia musical, o de otro tipo, sea a la vez algo único y universal: que por un lado nos seduzca más o menos estableciendo criterios propios, y a la vez puedan construirse criterios más globales. Pero sobre todo estoy absolutamente de acuerdo en poner cierto énfasis en el paso del tiempo.
ResponderEliminarSe necesita perspectiva para ser buen juez, diría que en casi todo en la vida, pero en el caso de lo artístico, se trata además de una degustación lenta que necesita de una digestión prolongada. Sin perspectiva, los árboles no nos dejan ver el bosque.
Gran entrada, como bien dices, daría para horas... ¡Un saludo!
Gracias, Beronikes, y por lo que a mí respecta, cuido muy mucho esa subjetividad, es la que me alimenta!!
EliminarUn saludo.