Tal vez una estrofa de la canción que da título al nuevo
trabajo de Bob Mould, Silver age, describe mejor que nada la esencia del disco:
The simple rage is called now the melody!
Ya dimos un repaso como se merece en el Río a Copper Blue
(1992), esa obra imperecedera que bajo el nombre de Sugar demostró que Bob
Mould, más allá de las esencias punk que ya había marcado en Hüsker Dü, tenía
dos almas propias, gemelas, con una unión medular imbatible: el noise junto a
la melodía. Sin embargo su carrera en solitario ha sido digamos errática, al
menos desde el punto de vista de los sonidos que nos gustan por aquí.
Únicamente a partir de 2008, con la publicación de District line y el Life and
times del año siguiente, volvió a llamarnos la atención. Sus anteriores
devaneos con la electrónica y la música dance en los ambientes gay que
frecuentaba no eran de nuestro interés. Pero no dudábamos que tenía que seguir
manteniendo la semilla, y que sólo hacía falta regarla. De lo que parece que se
encargó el 20º aniversario de la publicación de Copper Blue y la gira de
reencuentro con él en la que se embarcó, además de expulsar demonios en su
autobiografía.
Y aquí le tenemos de nuevo, sonando cercano, cercano a las cotas que llegó a alcanzar con Sugar. No,
Silver Age no logra superar su cima, eso estaba realmente fuera de toda duda
incluso antes de su escucha completa: hay territorios sonoros que nadie puede
volver a hollar por mucho que haya sido quien los creara. Pero sí se acerca como
nunca antes a la esencia de lo que apuntaba aquélla banda que tan corta, pero
impactante trayectoria tuvo.
Sigue, como en él es habitual, con la formación de trío, en
este caso acompañado del bajo de Jason Narducy y de la batería de Jon Wurster,
miembro de Superchunk y The Mountain Goats, y entre los tres, son capaces de
establecer ese potente muro de sonido que tanto apisona.
Porque el disco comienza como un taladro agujereando la
pared. Pero como si la pared no tuviera fondo, el agujero continúa y continúa
creciendo bajo el peso de la broca. Vaya comienzo, enlazando sin pausa cuatro
pelotazos como Star machine, Silver age, The descent y Briefest moment.
Guitarras atronadoras, la voz en plena forma de Mould casi opacada por el muro,
y melodía, melodía, melodía, de esa que corre por sus venas. Un inicio de disco
ciertamente impactante.
Y para nada de ahí en adelante baja el ritmo. Porque aunque
Steam of Hercules o Fugue state ralentizan algo, luego es todo una nueva cuesta
arriba hasta llegar a ese nuevo himno en la carrera de Mould, ese petardo de
power-pop-punk que es Keep believing. Y despedirse más tranquilo, ahí queda
eso, con la nostálgica First time joy.
Vale que falta un If I can’t change your mind (pero repetir
eso es un imposible), vale que no es Copper blue pero sí lo más cercano que
hemos estado de él nunca. Y lo mejor es que, al igual que éste, Silver Age
suena bien en pleno 2012.
Suena la corriente: "Keep believing" - Bob Mould
Suena la corriente: "Keep believing" - Bob Mould
Me alegro, Jose. Hüsker Dü y Sugar son absolutamente recomendables. Su carrera en solitario es más complicada. Cuando salió del armario y se empeñó en aquellos devaneos electrónicos y demás, nos dejó bastante confundidos. Claro que estaba en todo su derecho.
ResponderEliminarSon sus tres últimos discos, y en especial este Silver Age, los que hacen que siga creyendo en él.
Un saludo
El proyecto Sugar fue muy efímero. Tras Copper Blue editaron File under: easy listening. No está mal, pero no cumplió mis espectativas. Y luego el recopilatorio de rarezas Besides, que ese sí lo machaqué en vinilo en su momento. Como Husker Du, para mí, sus tres discos fundamentales son Zen Arcade, New day rising y Warehouse. Los dos primeros, indispensables, dos auténticas joyas de los 80.
ResponderEliminarEn solitario, su primer disco, Workbook, editado antes de montar Sugar, es interesante, aunque mucho más tranquilo y reflexivo. Y tal vez alguna cosa del homónimo del 96. Y hasta estos tres últimos, casi le perdí la pista.
de cine llevo una temporada demasiado apartado. Pero le tengo ganas, no creas.
Salud.