*Autor: Jaime G. López, "Desperdicios"
No dejará de sorprenderle a uno cómo los espacios dedicados a glosar lo poco que queda de la industria musical tienden sistemáticamente a hablar de los mismos trabajos, y no son capaces de reflejar la importancia de determinados artistas que forman las carreteras secundarias de la historia del Rock and Roll. Y no, nosotros tampoco somos en este Río ajenos a esas tendencias y a transitar muchas veces caminos ya trillados, desde otro enfoque y perspectiva, eso sí, y no sujetos a aspectos mercantilistas. Hablamos sólo de los que nos gusta. (...)
No dejará de sorprenderle a uno cómo los espacios dedicados a glosar lo poco que queda de la industria musical tienden sistemáticamente a hablar de los mismos trabajos, y no son capaces de reflejar la importancia de determinados artistas que forman las carreteras secundarias de la historia del Rock and Roll. Y no, nosotros tampoco somos en este Río ajenos a esas tendencias y a transitar muchas veces caminos ya trillados, desde otro enfoque y perspectiva, eso sí, y no sujetos a aspectos mercantilistas. Hablamos sólo de los que nos gusta. (...)
Por eso, al sentarme a escribir esta nueva colaboración, no tuve duda, me apetecía hablar de alguien que no solo no ocupa las portadas de la prensa musical o las reseñas del disco de la semana, sino que directamente es ignorado por la excelsa crítica musical. Y no, no se crean que se trata de uno de esos artistas minoritarios a quien nunca nadie conoció y que solo editó dos singles en un ignoto sello musical rural, no. Este sujeto ha recorrido el mundo incansablemente en giras internacionales, ha llegado a tocar ante 500.000 almas (US Festival 1983), telonear a los Stones en el 81, ha conseguido varios números 1 a ambos lados del Atlántico (US y UK principalmente), ha tocado junto a George Harrison, Scotty Moore, Carl Perkins o Levon Helm. Además de todo eso y el principal motivo de este artículo es que lleva casi 20 años haciendo fantásticos discos de música de raíces, la americana real. Les presento a Lee Rocker.
Como los más conocedores de nuestros lectores habrán recordado al leer el nombre, se trata efectivamente del contrabajista de los Stray Cats, con quienes protagonizó gloriosas páginas durante la década de los 80. Por cierto, también aún por reivindicar desde, por ejemplo, la prensa especializada británica. Lo suyo, y con mucho, sobrepasó los confines del injustamente denostado mundo del ron’n’roll y el rockabilly. No sólo han sido una referencia para cientos de grupos después, sino que se convirtieron en favoritos de las estrellas que habían crecido escuchando a los originales que ellos reivindicaban. La lista de acólitos es numerosa: Dylan, Robert Plant, Keith Richards, Jeff Beck, George Harrison, Springsteen,…, todos se acercaron a ellos e incluso su música supuso una influencia para revisar aquel legado.
Cuando en 1992 los Cats decidieron que era mejor dejar un gran recuerdo y una discografía ejemplar que arrastrar la leyenda, nuestro protagonista se tuvo que enfrentar por segunda vez en su carrera al dilema de qué hacer. No lo dudó y como la primera vez (en 1984 cuando formó Phantom, Rocker and Slick) decidió que sin un tipo como Brian Setzer al lado, era él el que tenía que liderar su proyecto. Así creó su primer trío homónimo, Lee Rocker’s Big Blue. Decidió que tocaba regresar a una de sus pasiones, el blues, primera parada en su personal revisión de géneros americanos tradicionales. Con ellos facturaría dos discos, Big blue (1994) y Atomic Boggie Tour (1995), donde aparte de tocar la mayoría de palos del blues, del más acústico y desnudo al acompañado por sección de vientos, realizaba incursiones en el rockabilly y rock’n’roll, en vibrantes instrumentales y versiones. Y además, daba entrada con Memphis Freeze al medio tiempo que con un timbre vocal de esos que ponen los sentimientos a flor de piel, se convertía en firma personal de su futura discografía. Por otro lado, y demostrando una habilidad única para este nuevo proyecto, reclutó a un guitarrista único, Mike Eldred. Lo que se va a convertir en una seña de identidad durante toda su carrera, ya que cada nuevo proyecto y cambio de formación ha traído consigo un genial guitarrista secundándola, hasta el actual Buzz Campbell, uno de esos guitarristas únicos para tocar con maestría los diferentes palos de la música de raíces norteamericana con una versatilidad y timbre únicos.
A estos dos muy reivindicables y recomendables trabajos en clave de blues les seguirían cuatro álbumes, No cats (1998), Bulletproof (2003), The curse of Rockabilly (2005) y Black cat bone (2007), en el que nuestro protagonista mezclará de forma magistral esos medios tiempos que cada vez más irán ganando en sonoridades acústicas y americana (Hard rain, The river runs, Say when, Blue suede nights, Nothing last forever, What I don’t know) con vibrantes instrumentales en los que el contrabajo es tocado en primer plano con la técnica slap bass (Rumblin’ bass, The naked bass, Free bass), rockabilly marca de la casa (Race track blues, Bulletproof, Gone) y blues (One way or another, Rockin from the hounds, Crazy when she drinks, Black cat bone,…)
Entre medio de estos trabajos, Lee ha vuelto a reunirse en varias ocasiones con sus viejos compinches de Stray Cats para varias giras (Reunion Tour Europe 2004, Gira por US 2007, Farewell Tour Europe 2008 y Australia en 2009), antes de llegar al capítulo final de este recorrido.
No es de extrañar por la calidad y sonoridades de sus trabajos que el batería Levon Helm le invitara en varias ocasiones a unirse a su banda durante las jam sessions informales que realizaba en su granja de Woodstock con el nombre de The Midnight Ramble.
En 2011, Lee Rocker edita el disco The cover sessions, un EP con 6 revisiones de clasicos, del Come together beatleliano al Ramblin’ man de los Allman Brothers, todo ello en clave de sonido de americana real, con banjos, mandolinas, guitarras acústicas, contrabajo, en una originalísima revisión. Este mismo año, y vía iTunes, ha ampliado este trabajo con otros dos temas en los que sobresale una irreconocible versión, con el tratamiento antes mencionado, del Dancin’ in the dark, el himno revienta estadios de Springsteen, cuyo valor, permítanme opinar, siempre consideré nulo hasta escuchar esta versión.
Finalmente, en este 2012 Lee ha editado su último trabajo hasta la fecha, Night train to Memphis, en el que se centra en rendir homenaje a pioneros del rock and roll como su amigo Carl Perkins, o sus admirados Eddie Cochran, Elvis Presley, Johnny Burnette, Jerry Lee Lewis o Buddy Holly. En varias de estas versiones, incluyendo la revisión del tema Built for speed de los Stray Cats, opta por utilizar estas sonoridades iniciadas en su Cover sessions, con resultados muy sorprendentes.
Y hasta la fecha (algún directo y revisión de su pasado felino aparte), la carrera discográfica de Lee Rocker en solitario llega hasta aquí. Estimado lector, si este artículo te pilla de nuevas, hazte un favor y a través de iTunes o Spotify escucha su The Cover Sessions u opta por escuchar algunos de los temas reseñados anteriormente. No te arrepentirás. Y no dudes con hacerte con cualquiera de las rodajas sónicas antes reseñadas, canela pura, se lo aseguramos. Por cierto, a través de Facebook y bajo el nombre de The Stray Cat Lee Rocker puedes seguirle en su activísimo perfil, que nos regala de forma asidua maravillosos vídeos en directo desde su estudio, además de otras joyas. Más de uno debería aprender cómo gestionar de forma interesante un perfil musical.
Autor del texto: Jaime G. López, "Desperdicios"
Suena la corriente: "Dancin' in the dark" - Lee Rocker
Autor del texto: Jaime G. López, "Desperdicios"
Suena la corriente: "Dancin' in the dark" - Lee Rocker
No hay comentarios:
Publicar un comentario