Se dedicaba a sí miso Daniel Merino una de las canciones incluida en su nuevo trabajo, El placer de no hacer nada, de nombre Un hombre de provecho. Y al llegar al estribillo, uno comprueba que no había atisbo de autosatisfacción: Jamás seré un hombre de provecho, quizás, porque no sirvo para eso. Y no, no podemos estar más en desacuerdo con dicha afirmación. (...)
Porque hay un grupo de gente que día a día demuestra en su trabajo que el rock cantado en castellano sigue teniendo un presente más que disfrutable, por mucho que los oropeles se los lleven otros. Con mayor o menor atención pública, nombres como Quique González, Lapido, Santi Campos, Txetxu Altube, Iñigo Coppel, Daniel Merino, saben cuáles son las raíces que les metieron el gusano dentro, las que nacían de las playas y desiertos americanos, pero no olvidan el camino recorrido a este lado del charco por gente como Nacha Pop o Los Secretos.
El viernes pasado, en el nuevo garito bilbaíno Evidence, Daniel Merino, acompañado de sus habituales Jeremías Johnson, presentaba el que es su cuarto disco, editado por La Produktiva Records, del siempre en la brecha Nando Caballero. Trabajo producido por Hendrik Röver, otro tipo a quien nunca estaremos lo suficientemente agradecidos, y que supone un nuevo paso en una carrera que comienza a estar más que trufada de canciones de esas que te empapan de melodía y nostalgia, de reflexión y socarronería.
Y es en directo donde saboreamos con mayor intensidad su componente más eléctrico, ese que sin abandonar los aires a Jackson Browne o las huestes del country-rock más clásico es capaz de hacer un guiño directo a Petty, Mellencamp o el propio Springsteen. Comenzando con ese espíritu americano de El día del asalto al tren pasa directamente a Me perdí al final de su anterior Otra vida (2011), más directa, más contundente, pero siempre con esa melodía capaz de hacerla inolvidable.
El placer de no hacer nada, además de un precioso título, que más de uno hemos tratado de poner en práctica cuantas veces hemos tenido ocasión, tiene un buen puñado de esas canciones que te encuentras cantando en los momentos más insospechados: la deliciosa declaración de singularidad de Diferentes de los demás, el ritmo trotón de Como dos delincuentes, la balada folk Certezas absolutas, el enfrentamiento cara a cara con su futuro en Mi futuro yo, el canto a la vida nómada elegida de Un día en la carretera o el fantástico halo pop plagado de tristeza que recorre la mencionada Un hombre de provecho.
Repasó en su casi totalidad el disco, pero no olvidó picar en trabajos anteriores, canciones que ya tienen el tiempo sobre ellas necesario para saber que son algo más que simples peldaños, como la springsteeniana El túnel, Su lado oscuro, Písale a fondo o dos ya clásicas de su lejano Aventuras en la gran ciudad (2003), A mi aire y Tu padre quiere que me olvide de ti.
Desde luego, son gente de provecho, de mucho provecho.
El que son capaces de ofrecernos.
* Compra el disco en La Produktiva RecordsSuena la corriente: "Diferentes de los demás" - Daniel Merino
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