Titulábamos el otro día una de las Píldoras como Vuelve la magia de The Fakeband y Rubia… a raíz de su nueva participación en el Ciclo Izar & Star enfrentándose a los repertorios de The Band en The Last Waltz y Carole King. Y hemos de reconocer que nos equivocamos. Sólo puede volver lo que alguna vez se ha ido. Y en este caso, la magia que desplegaron el año pasado nunca se fue del todo, había quedado como un territorio inviolable en la memoria de los que acudimos. (...)
Y esa memoria, aquel boca a boca, se había extendido hasta crear una nueva sensación de ansiedad para esta segunda puesta de largo. Expectación nerviosa que una vez más se vio refrendada por una serie de músicos que aman como pocos lo que hacen.
Rubia volvía a presentarse con una formación de auténtico lujo, hoy por hoy una soberbia garantía de excelencia. Natxo Beltrán, Jokin Salaverria, Dani Merino, el piano de Germán y la sección de vientos no pueden hacer otra cosa más que abrazar la juguetona voz de Sara Iñiguez, porque la mediocridad no está entre sus líneas de pentagrama. Y Sara sabe caracolear por lo más soleado del pop californiano, aquél que en los 60 hizo creer que todo era posible desde la alegría de vivir que insufla una sonrisa. Repasó canciones de su disco 2036 y presentó tres que irán incluidas en su próximo Barman, íntegramente cantado en inglés. Mary y sobre todo Rain y City of angels supuran soul y gusto por todos sus acordes. Y luego enfrentó de nuevo canciones de Carole King que se ajustan como un guante a su personalidad. Con el mismo repertorio que el año pasado, sobresalieron el alma soul de Now that everything’s been said y el precioso piano de It’s too late.
Y con ese ánimo pleno de felicidad que Rubia es capaz de contagiar, quedaba la entrada en escena de The Fakeband. A éstos sólo puedo ponerles una pega: no sé si son absolutamente conscientes de lo que están consiguiendo, esto es, la realidad de ser una de las mejores bandas de rock americano del momento. Y quede constancia explícita que no hemos puesto ninguna restricción geográfica. Porque son grandes aquí, y lo son allí, lo son entendiendo el rock’n’roll como puro sentimiento. Cada ocasión que tenemos de verles es una muesca más que debe servir de recordatorio de que tal vez estamos asistiendo a la consolidación de algo muy grande. Y lo hacemos en primera fila. Repasaron canciones de su espléndido Too late too bad y adelantaron un puñado de su próximo trabajo, que anunciaron para antes del verano. Y vuelves a constatar que no les asustan las melodías, que dominan el adn de la CANCIÓN como soporte vital de todos aquéllos que las consideramos algo más, mucho más, que un entretenimiento. Y a la primera escucha ya se te queda la melodía trotona de Full me (¿? al menos es el título que nosotros le hemos dado, desconocedores del original) y ya es parte de ti Top of the world, un puro power-pop que sería pieza clave en repertorios del Graham Parker más sudoroso o el Costello arrebatado de los 80, demostrando que el miedo no es palabra inscrita en su ideario particular.
Porque ellos viven y padecen la misma enfermedad que enfanga estas aguas, son parte de nuestra religión, ésa que nos mantiene en pie en estos tiempos descreídos y codiciosos, como apuntó con su sentimiento habitual (siempre puro soul escrito) Joserra Rodrigo en la introducción que hizo al repertorio de The Last Waltz.
Y la magia, aquélla que había estado volando desde abril del año pasado, aquélla que nos estremeció hace muchos años y que conserva su magnetismo, la misma que está presente en estos cinco tipos de Getxo, se hacía presente de nuevo en los compases de Don’t do it, Up on Crepple Creek, Shape I’m in, It makes no difference, Ophelia, The night they drove old Dixie down, The weight, Caravan…
Sí, no hay duda que ésta es nuestra religión, éstas son nuestras creencias, aquí estamos en casa. En ese fin de fiesta con las dos bandas en escena haciendo Helpless y I shall be released.
Y la reafirmación de que lo/los necesitamos.
Suena la corriente: "The night they drove old Dixie down" - The Band
Suena la corriente: "The night they drove old Dixie down" - The Band
Me gustan los Fake.Estoy de acuerdo que son grandes aqui y fuera de aqui.No se entiende porque no se escucha mas Fake en Radio .Jonnie Bird
ResponderEliminarAy, las radios!!! Pero buscando, encuentras esos diales donde aún suenan bandas como éstas!!!
EliminarUn saludo
Ya sólo ver a los cuatro armonizar a los micros y te quedas sin habla.En serio, una de las noches musicales más felices de mi vida, nuestros Brinsley Swartz. Esto hay que moverlo.Un abrazo mi querido Río!
ResponderEliminarNunca mejor descrito: nuestros Brinsley Schwarz!!!
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