Enero es un mes musicalmente extraño. Como si todos acabáramos más que saciados tras los atracones de fin de año y las listas que cada uno considera lo mejor de, la mayoría de artistas guardan para febrero los lanzamientos más jugosos. Cierto que siempre existe gente a contracorriente (Yo La Tengo, sin ir más lejos), pero los meses de transición quedan un poco descabalgados. (...)
Y es este mes cuando solemos dar un rápido repaso a ausencias que a lo largo del año, por una u otra razón, hemos ido construyendo. Si en 2011, el primer disco de los ingleses The See See, Late morning light, nos engatusó y su canción Mary Soul fue incluida en la lista que preparamos con una selección de las 100 mejores del año, por qué este pasado 2012 se nos fue el santo al cielo?
Pues no tenemos ni idea, será la abrumadora cantidad de discos que uno se mete entre oreja y oreja, pero The See See sacaron nuevo trabajo, Fountayne Mountain, y se nos fue quedando entre lo pendiente, aunque las escuchas a escondidas que le dábamos nos reafirmaban en que su excelente primer disco auguraba chicha de la buena.
Y sí, Fountayne Mountain continúa por esos caminos que hace ya varias décadas empaparon la costa oeste americana, aquéllas rutas que gente como The Byrds o Buffalo Springfield dejaron expeditas para quienes desearan aventurarse por ellas en busca de la melodía que le animara la luz de la semana.
Asentados en Londres pero con orígenes tan diversos como Suecia, Estados Unidos, Nueva Zelanada o el propio Reino Unido, The See See conjugan ese amor por las guitarras cristalinas clásicas con el mismo que demostraron bandas que luego han devenido en auténticos clásicos de la paleta de colores, como Teenage Fanclub. Canciones de belleza tan prístina como Fix me up, o los ambientes nostálgicos de Big wheels, o la energía power-pop de Gold and honey y Three more days no hacen más que certificar que llegan al examen del segundo disco con la lección más que aprendida.
Y a pesar de esa influencia primigenia, son capaces de acercarse al brit-pop más etéreo en Sweet hands, y, en caminos paralelos que se convierten en principales, darse una vuelta por la piscodelia más energética, más agresiva para con sus directrices habituales, y canciones como Open up your door, Automobile o Sunbleached son buen ejemplo.
Y eso es lo que buscamos en un grupo en el Río. Que tengan bien claros sus orígenes, pero que a la vez sean capaces de deslizarse por afluentes y meandros. Y ya si encima son capaces de enseñarnos nuevas fuentes antes inexploradas por ellos, pues mejor, como ese ambiente casi cercano a la experimentación free de la canción que da título al disco, o The day that was the day, que demuestra una vez más que las enseñanzas de Arthur Lee y sus Love no quedaron en meros apuntes armónicos.
Joer, cómo suena el tema que has puesto, madre del amor hermoso. No sabía o se me pasó que hubiesen sacado material en el 2012, el del 2010 fue una delicia. Anoto con urgencia esto. Merci.
ResponderEliminarY que lo digas, Johnny, suena a gloria. Joder, se nos escapan tantas cosas sabrosas...
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