Hay una faceta musical llamativa en muchos artistas actuales (digámoslo así, por no usar la palabra jóvenes, que no encajaría en todas las ocasiones) cuando deciden rescatar a clásicos del propio altar que ellos mismos se han ido construyendo y del histórico en el que relucen. Pero estas acciones pueden ser un arma de doble filo. (...)
Por un lado, puede ser (de hecho, lo es) una loable labor el aprovechar su tirón mediático para dar lustre a gente con la que han crecido, a músicos que hubieran quedado en el olvido o simplemente dar salida a unas irrefrenables ansias de compartir sesiones con históricos músicos vivos. Pero por otro lado, puede parecer que se busca la complacencia y comprensión de sectores ortodoxos, de los que a lo largo de la carrera del joven músico se hayan podido apartar.
Seguramente no siempre sea ni una cosa ni la otra, sino esa infinita gama de grises que tizna nuestra vida y acciones. Lo que al final importa es el resultado en sí, y en este caso, Get up! deja un excelente sabor de boca en quien esto escribe. Ben Harper ya ha demostrado a lo largo de casi 20 años que es capaz de crear ambientes en los que el soul, el funk, el folk o el blues adquieren protagonismo capital, ya ha colaborado en otras ocasiones con leyendas vivas (The Blind Boys of Alabama) y la veneración con que ha sido acogido por ciertos grupos estilísticamente alejados de esos planteamientos musicales no debería apuntarse en su debe como responsabilidad exclusivamente suya. Los caminos del comercio y la moda son sorprendentes.
De Charlie Musselwhite poco nuevo se puede decir. El blues debe a su harmónica grandes momentos, y siempre ha sido culo inquieto acercándose a otros géneros, del tex-mex al country pasando por la música cubana, como sus deliciosas colaboraciones con Elíades Ochoa (un auténtico bluesman cubano).
En Get up! juntan por fin sus almas en un proyecto que ya se sembró en una pasada colaboración con John Lee Hooker. Y el resultado es una colección de blues, soul o gospel hecha desde el cariño y que responde mucho mejor de lo que en un principio pudiera esperarse. Con el fondo musical marcado por Relentless 7 y la composición y voces a su espalda, Harper consigue el perfecto contrapunto de la harmónica de Musselwhite, y, esa inasible sensación que trasmite por sí misma la presencia de estos gigantes del blues.
Y todo consigue sonar actual, sin que esto sea un descrédito. Desde un blues rural sensible como Don’t look twice a la aspereza clásica de I’m in, I’m out and I’m gone, desde el gospel de espíritu libre de We can`t end this way a los ejercicios más cercanos al rock sureño de I don’t believe a word you say o Blood side out. Y todo ellos sin olvidar la deliciosa voz de Harper para las baladas sentidas, como You find another love (I lost another friend) (deudora de aquella She’s only happy in the sun que tantas veces me estremeció) o arrastradamente blues en All that matters now, ni su espíritu funk en Get up! con ese majestosos bajo encauzando los seis minutos.
Siempre habrá gente que diga preferir el acudir a los clásicos, incluso quien afirme que el blues debe doler y rasgar. Pero a mí, y a pesar de la oscuridad de algunas letras, Get up! me acaricia. Y yo me dejo.
Suena la corriente: "We can't end this way" - Ben Harper & Charlie Musselwhite
Suena la corriente: "We can't end this way" - Ben Harper & Charlie Musselwhite
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