Temo (bueno, literariamente, porque en el fondo, visto lo
visto, me da igual) que si el currículo del irlandés Glen Hansard hubiera
reseñado sus días como músico callejero, sus más de 20 años al frente de The Frames, su encuentro con la cantante checa Markéta Irglová y la formación con
ella de The Swell Season, su gran disco en solitario del año pasado Rhythm and
Repose, incluso su participación como guitarrista en The Commitments, el aforo
de la sala hubiera sido bien distinto. (...)
Pero…, Glen Hansard se ha convertido también en actor
ocasional, presentador de televisión y guionista de cine. Y en 2006 protagonizó
la película Once, dirigida por John Carney (exmiembro de The Frames) y de gran éxito en círculos jóvenes
y modernos (no la he visto, así que hablo con simple y poco justificable mala
baba). Además, junto a Markéta Irglová, su compañera de reparto, compuso la
banda sonora. Y una cancioncilla, Falling Slowly, ganó el Óscar a la mejor
canción. Con estos antecedentes, la sala presentaba aforo completo, y se notó
con la agitación recibida la propia Falling Slowly o When your mind’s made up.
Pero todo esto no son más que prejuicios ante el pedazo de
concierto, dos horas y media, que tuvo a bien ofrecernos. Y todo en un día, 14
de febrero, (ese creado por los centros comerciales y abrazado como maná por
nosotros, pobres consumistas con ganas de poner precio a nuestro amor), que se
antojaba perfecto para sus letras llenas de ese sentimiento, de las alegrías
experimentadas en base a él y las dudas que nos creamos ante futuros inciertos.
Ya comenzó la cosa más que bien con Lisa Hannigan, cantante
folk también irlandesa, colaboradora habitual de Damien Rice y todo un portento
y dulzura en la voz. Y Hansard salió acompañado de banda, y bien numerosa. Además
de guitarra, batería, bajo y teclados, les abrazaba una sección de cuerdas de
cuatro miembros (locales, con los que había ensayado poco antes) y otra de
vientos, con espectaculares trombón, trompeta y saxo tenor.
Con esos mimbres, el intimismo de la mayoría de las
canciones contenidas en Rhythm and Repose quedaba barnizado por los aires del
irlandés (del norte) de oro, Van Morrison. Love don’t leave me waiting sonaba
al león por todos los acordes, y fue perfectamente enlazada con el Respect de
la gran Dama. Y sin embargo, esos quiebros para pasar de lo dulce y acústico
a la fuerza y energía de toda la banda en un simple momento recordaban en más de una
ocasión a los juegos sónicos que realizan gente como Wilco o Bon Iver (y hasta
en ocasiones recordó a Springsteen).
Con banda, o en solitario con la acústica o el ukelele, presentando
el significado personal de cada una de las canciones, desgranó casi en su
totalidad su último trabajo, y alcanzó momentos de gran magia con las preciosas
melodías de Maybe not tonight, la nombrada Love don’t leave me waiting o la
excelente Bird of sorrow, recuperó otras viejas de su cancionero e incluso se
atrevió con el Baby don’t do it de Marvin Gaye pasado por The Band.
Y no, no aparentaba muchas ganas de querer terminar el
concierto. Así que en nada extrañó el pasacalles que realizaron los 12 músicos
además de la Hannigan por toda la sala, incluido el piso superior, a los sones
del Passing Through que popularizara Leonard Cohen.
Y creo que a la mayoría, tampoco nos hubiera importado si
hubieran decidido seguir sobre el escenario.
Suena la corriente: "Bird of sorrow" - Glen Hansard
Suena la corriente: "Bird of sorrow" - Glen Hansard
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