Retomemos alguna cosa comentada por el Río estos días. Aquello del músico exitoso que vuelve sus ojos sobre uno de sus ídolos para sacar unas sesiones soñadas adelante. Y aquello del francotirador siempre alabado por la crítica pero con una carrera comercial que continuamente le da la espalda, hasta que harto de todo, dice basta. (...)
Mucho de ésto, y nada a la vez, hay en Overmountain Men. Mucho, porque Bob Crawford, bajista de los hoy mediáticos The Avett Brothers se empeñó en que el anuncio de retirada de su ídolo no se hiciera efectivo. Mucho, porque David Childers llevaba años recuperando la tradición musical americana, acompasada por la denuncia social lírica, pero poco rédito conseguía aparte de los consabidos parabienes de unos pocos, demasiado pocos. Y nada, porque Overmountain Men suenan a banda con identidad propia, a pesar de los dos faros que la guían.
Crawford y Childers, acompañados del hijo de éste a la batería, ya habían hecho algunos conciertos juntos en el 2004, con la bonita estampa, contada por ellos mismos, de quedar en un motel en un cruce de caminos antes del primer bolo, y ensayar el repertorio en el porche del establecimiento a un nivel acústico sonoro que no molestara al resto de durmientes. Cuando en 2007 Childers anunció que tiraba la toalla, ahí estuvo quien ya había conseguido la ansiada estabilidad con su banda madre.
The next best thing es su nuevo trabajo juntos, tras el interesantísimo Glorious days de 2010. Bob Crawford, David Childers, Rob Childers y Randy Saxon toman el nombre de un grupo de fronterizos americanos de la zona de los Apalaches que participaron en la Guerra de la Independencia de Estados Unidos con especial protagonismo en la batalla de Kings Mountain. Con la adopción del nombre Overmountain Men dejan claro que lo suyo es la tradición americana, con esencias de folk, country, bluegrass y todo ello, según las ocasiones, empapado de rock.
Sí, un disco de roots music, un disco de americana tradicional, y a la vez, un delicioso compendio de canciones que tienen vida, historia, nostalgia, luces, armonías, melodías, soul, banjos, mandolinas, arpas, violines y todo resumido en una palabra, tienen alma.
La tradición del talk-folk narrando acontecimientos históricos la vemos en canciones como Halls of glory, y esos mismos héroes románticos aparecen en baladas de piano y humo como Alexander Hamilton o Sagamore Hill. Pasan del bluegrass luminoso de All out of diamonds al country-vals de Smoke and mirrors o la preciosa Death is so romantic (death is so romantic / to the very young), donde contraponen el diferente punto de vista sobre la muerte entre los jóvenes y los que ya estamos más cerca de ella que del acné. Pero no olvidan en un rock como Grackles todas las enseñanzas de Steve Earle, en voz, en estructura y en esas guitarras eléctricas acariciadas por violines, o los ambientes del honky-tonk de bareto y amores complicados en Hard loving you y el blues de frontera que da título al disco.
Hay discos que efectivamente se enrocan en una tradición que puede parecer exenta de tonos evolutivos. Pero muchos de estos discos son absolutas caricias para el espíritu.
Y The next best thing hace que me sienta un montañero más.
*Compra el disco físico en Running Time MusicSuena la corriente: "Hard loving you" - Overmountain Men
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