Nunca hemos entrado, ni lo vamos a hacer, en la supuesta disputa que se estableció tras la ruptura de Uncle Tupelo. Nuestro corazón no podía dividirse entre las nuevas propuestas de Jeff Tweedy y Jay Farrar. Eran dos gallos en el mismo corral, y estábamos dispuestos a seguir sus trayectorias así estuvieran en granjas separadas. (...)
Y no hemos escondido nuestro profundo amor por las músicas y letras que nos ha ido regalando el primero. Aceptando ese inexorable camino hacia el pop y el rock con cierto contenido experimental, Wilco han sido parte esencial del alimento que nos ha mantenido vivos, y son los inductores de emociones como hacía mucho no habíamos experimentado.
Por el contrario, la trayectoria de Farrar siempre la hemos sentido como más íntima, más de pequeña joya que, ha sabiendas de lo que podía ocasionar, nosotros guardábamos en le mismo joyero que Wilco. Son Volt mantenía esa pulsión tradicionalista, y esa negritud, nostalgia o tristeza intrínseca a muchas de sus canciones era capaz de instalarse en nuestro estado de ánimo. Sin entrar ahora mismo a valorar el supuesto bajón creativo de Farrar que casi lleva a la desaparición de Son Volt, recibimos su vuelta con Okemah and the melody of riot (2005), The Search (2007) y American central dust (2009) como lo que nos pareció, tres espléndidas rodajas.
Y el año pasado disfrutamos de ese proyecto de Farrar junto a Will Johnson, Anders Parker y Yim Yames, New Multitudes, con ese subterráneo morbo que produce el comprobar cómo los caminos de los dos gallos pueden llevar sendas paralelas, aunque sea en el trayecto que les acerca a Woody Guthrie.
Y tenemos ya aquí el nuevo disco de Son Volt, Honky Tonk. No, aún no lo hemos escuchado en las condiciones que nos exigimos, pero esta parada y fonda en los tugurios de carretera nos inspira las mejores sensaciones. Como el propio Farrar dice, el honky tonk es sobre corazones doloridos, corazones rotos y carreteras.
De momento, esperamos con este Hearts and Minds.
Los hijos legítimos de Uncle Tupelo, sin olvidar a Golden Smog.
ResponderEliminarDesde hace tiempo prefiero el tono country y fiddle de Son Volt al eclecticismo de Wilco.
Habrá que hacerse con el "Honky Tonk", ¡qué ruina!
Saludos RR
JdG
Pues no es un disco fácil a la primera escucha... lo bueno viene cuando te pica una de las canciones y quieres oirlo más y más hasta que se hace un disco de cabecera. Es lo que tiene el bueno de Farrar; que va entrado poco a poco. Saludos
ResponderEliminarAsí es Farrar, te exige, pero entrega. Saludos
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