Podríamos aplicarnos el cuento de que estamos realizando una actualización de la infraestructura tecnológica que soporta Río Rojo. Pero no sería cierto.
Ayer, mientras medio mundo asistía atónito a las noticias pontificias, nuestro ordenador decidió irse de parranda. Y lo peor es que a estas horas, aún no ha regresado.
Muy posiblemente ande durmiendo la mona en la entrada de alguno de los tugurios que habitualmente frecuentamos.
Pero no desesperen. Volveremos al insano vicio de juntar letras lo antes posible.
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