Lo bueno es que los círculos suelen cerrarse. Y lo mejor es encontrarte en el lugar apropiado en el momento idóneo. He de reconocer que los dos discos firmados en solitario por Julien Elsie me han llegado muy tarde. Más bien, he sido yo el que ha llegado fuera de tiempo. Que no a destiempo. Porque la sobriedad y cuerpo de la música en ellos contenida está más allá de las coordenadas temporales. Porque Dig a grave with bare hands (2010) y sobre todo Deux (2012) son de esos trabajos con el temple de la permanencia. (...)
A principios de este año descubría Deux de manera inopinada y ahí me quedé. Cómo no voy a hacerlo con el desasosiego cortante de Half built buildings blues, con esa gravedad que Cohen aporta a sus canciones más oscuras, o con Rue the day, una joya mecida al compás de un piano en sus inicios y capaz de explotar en un estallido melódico de aquéllos que Lou Reed y la Velvet nos regalaron hace ya demasiados años. Esos dos botones valían para intuir que estaba ante algo perdurable, que exigía del oyente la predisposición necesaria pero que pagaba por ello con moneda de anticuario.
Elsie, nacido en la frontera entre España y Portugal fue miembro a principios de los 90 de The Animal Crackers, posteriormente de Big Black Mariah, pero es ahora cuando parece haber encontrado su propio camino, ese que nace con las magulladuras de lo ya recorrido y el distanciamiento escéptico de lo que aún queda. Y yo cerraba el círculo cuando, metido en los cínicos y descreídos vericuetos de Deux, me encontraba el otro día con la convocatoria acústica del Colegio de Abogados, que si por algo se diferencia, es por acercar las propuestas a menudo más marginales respecto a la senda habitual y siempre con la delicadeza y sensibilidad como marca.
Él solo, con su acústica, abre con el aroma francés en letra y sentimiento de Adieu, para enfilar el lacónico Half built buildings blues, antes de contar con, suave en volumen y agreste en sentido, acompañamiento de eléctrica a partir de Someone else’s friend. Y no puedes evitar sentirte andando por ese filo en que parece transitar, ese tómalo o déjalo, entre el delicioso y suave vals de Hangin’ on maybe, paseando entre recuerdos a Tindersticks o dos grandes Mark, Kozelek y Eitzel, en canciones como Cum…, Instrospection blues, e incluso el Paul Westerberg más solitario y americano en See the light y Then shine my shoes. Y cuando te topas de nuevo con Rue to day, sabes que esa canción hace tiempo que ya es tuya.
Pero ese filo entre el estar y no estar queda claro cuando se despide con Lucky Jim como recuerdo para Jeffrey Lee Pierce y su Gun Club.
Cuaquiera que escuche un tema de julian, se dará cuenta de que en ese momento necesita escuchar todo lo que tiene, y con ansiedad todo lo que viene!!! Esperando!!!!! Grande, Grande Juli!!!!
ResponderEliminarPues sí señor, es adictivo...
Eliminargracias a tu recomendación me puse con él y ahora me alegro. En efecto, es adictivo. Gracias Red, y buenos días!
ResponderEliminarCómo me alegro, ned, es una pena que puedan escaparse discos como éstos...
EliminarYo estuve allí...Julien ese me antoja otro de esos grandes talentos de los que todos hablarán cuando haya desaparecido...Enorme también el trabajo de Alvaro Segovia a la guitarra,una buena idea la unión de estos dos musicos...
ResponderEliminarCierto, pero esperemos que ese movimiento que estos días acredita, tocando en bastantes garitos, vaya abriendo puertas y dándole mayor reconocimiento...
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