
La última escucha del nuevo disco de Robyn Hitchcock, Love from London, la realicé ayer mismo mientras cavaba una zanja para separar unos bancales donde plantar unos pimientos de Gernika. No tengo la menor duda de que jamás Hitchcock, ni en sus sueños más surrealistas, habrá imaginado un escenario igual. Yo tampoco. (...)
Claro que, posiblemente influido por la falta de riego causada por el esfuerzo, a veces me imaginaba cavando una simple mortaja terrenal para un cuerpo humano ya inútil en este mundo. En quién, o quiénes, pensaba en concreto, queda para mí, que las cosas no están hoy en día para expresar según qué ideas en alto. Seguro que a Hitchcock, esta imagen ya le resultaría más atractiva.

Y desgraciadamente, no tantas me va a acompañar este Love from London, grabado mano a mano con el productor Paul Noble. A ver, hablar de un disco de Hitchcock y decir que no hay buenas canciones se nos antoja casi un imposible. Pero posiblemente, esa fecundidad compositiva tiene también el contrapeso creativo de los discos menores, en los que siempre recoges un ramillete resultón, pero el conjunto floral no queda a tu gusto.
El inicio con Harry’s song es más que espléndido, sin duda, con ese piano y esos toques de cuerda que llaman incluso al espíritu de John Cale. Y canciones como Be Still o Strawberries dress tienen ese toque pop que remite incluso a Beatles, pero esos sonidos sintetizados de I love you, Devil on a string o Death and love, por mucho que tengan algunos toques de especia psicodélica, nos dejan más que fríos, deseando una ejecución más orgánica, más cercana posiblemente a los planteamientos que nosotros buscamos (que pueden no coincidir con los suyos). Es que incluso Fix you nos trae a la mente a los primeros Simple Minds (y eso que Sons & Fascination siempre nos pareció un magnífico disco, a pesar de Jim Kerr).
Claro, que los seis minutos y medio de End of time con los que cierra la entrega, vuelven a demostrarnos lo que siempre hemos sabido, que un tipo como Robyn Hitchcock, aún a sus recién cumplidos 60 años, sigue teniendo la varita de la magia, aquélla que comenzó con los Soft Boys.
Y un Fin del Tiempo que suena ideal para seguir cavando la zanja con aviesas intenciones.
Suena la corriente: "End of time" - Robyn Hitchcock
Suena la corriente: "End of time" - Robyn Hitchcock
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