Un año más, uno prepara el cuerpo, las botas y el espíritu para poner este viernes rumbo a Vitoria. El Azkena Rock Festival sigue luchando contra la crisis galopante, el ataque furibundo de la de gobernanza a todo lo que suene a cultura (musical o no) y el desgraciadamente cada vez más habitual y sorprendente menosprecio del propio público interesado. Bueno, al menos de una parte de ese público. Somos pocos y mal avenidos.
Cierto que se ha caído una jornada del festival, quedando reducido a dos días, pero podemos enlazarlo con las primeras ediciones, aquéllas que muchos recordamos como gloriosas y que eran de duración exacta a la de este año. Si es por esta cuestión, yo firmo que sean dos días si así puede ser viable. (...)
Todo esto viene a cuento de la impactante respuesta que se ha producido en Internet, redes sociales y foros. Cierto que a veces se escucha más a un pequeño grupo airado que a una mayoría silenciosa por satisfecha, pero el nivel de insultos e incluso amenazas ha sido desde todo punto de vista extemporáneo. Pareciera que algunos sólo quieren ir marcando muescas en históricos nombres, vitales aún o venidos a menos, en lugar de disfrutar de dos días de rock’n’roll en compañía de gente a la que en algunos casos sólo vemos en estas fechas.
Pero es que en este caso, en nuestra opinión, la enmienda a la mayor no tiene sentido. Decir que el cartel de este año es una mierda es un absoluto dislate. Todos tendremos algún año anclado en nuestro corazón, pero quien esto escribe considera esta edición más atractiva que alguna de las últimas tan cacareadas. Y en cualquier caso, es una cuestión de opciones. Nadie está obligado a ir. Cosa que parece que se nos olvida en más de una ocasión.
Ver a The Black Crowes siempre será algo irrenunciable. Puede que no tengan disco con material nuevo, pero su cuádruple vinilo en directo Wiser for the time, con algunas versiones como joyas y que ya repasamos en el Río, bien merece un nuevo encuentro. The Smashing Pumpkins pueden ser objeto de discusiones, y muchos acabamos empachados de Mellon Collie and the infinite sadness, pero Gish y Siamese dreams fueron dos grandes discos, y el niño mimado Billy Corgan ha vuelto con Oceania. The Gaslight Anthem tal vez se hayan desinflado un grado en Handwritten respecto a una carrera que iba sobre ruedas, pero no se debería olvidar que en USA son cabeza de cartel en cualquier festival por méritos propios. Y ya puestos, y chulos que somos, incluiríamos como cabezas a Rocket from the crypt, porque volver a ver al pirado de Speedo nos produce cosquilleo.
Pero no negaremos que una de las bazas del Azkena siempre ha sido su segunda línea, donde nosotros hemos disfrutado como enfermos que somos. Y ahí es donde una vez más estaremos a gusto. Por mí, que Gov’t Mule vengan cuantas veces quieran, si es que ese es el problema. Los Enemigos y Sex Museum siempre estarán de mi lado, Alberta Cross y The Sheepdogs son dos de las bandas a las que más ganas tengo desde hace tiempo, y se me antojan como conciertos a no perderse la carnalidad de JJ Grey & Mofro, que han vuelto a deslumbrarnos con This River, y la psicodelia saturada de Uncle Acid & The Deadbeats. Ah, y a Tarque siempre le hemos tenido ley como animal de escena.
Y por último esperamos pacientes las sorpresas escondidas, que muchos parecen haber olvidado la boca llena que lucieron el año pasado con Graveyard.
Por nuestra parte, lo dicho. Nos parece una edición más exquisita que popular que disfrutaremos encantados. Solo esperamos que esto se siga repitiendo. Ojalá.
Suena la corriente: "Tonight I'll be staying here with you" - The Black Crowes
Suena la corriente: "Tonight I'll be staying here with you" - The Black Crowes
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